Si tu comprensión espiritual es
sólida, entonces estarás constantemente consciente de las sutilezas de la
vida.
Si desperdicias tu concentración en
entretenciones menores y distracciones triviales, entonces nunca alcanzarás
un nivel profundo de consciencia.
No son las dramáticas grandes
celebraciones y los momentos heroicos en la vida las únicas ocasiones
espirituales importantes.
Cada momento ordinario, cada pequeño
detalle debería ser una celebración de tu comprensión personal.
Tu acto más nimio debería estar
permeado de reverencia.
Uno de nuestros actos más básicos es
tomar agua.
Sin ella, no podríamos sustentarnos.
El agua nos limpia, nos refresca, es
un componente esencial de la mayoría de nuestros procesos biológicos.
Pero cuando la bebemos, ¿somos
conscientes de lo que hace? ¿Pensamos en su fuente y en todos los esfuerzos
que hicieron posible que tengamos este simple vaso de agua?
El ser espiritual significa no dar
por sentado las cosas.
Muy por el contrario, recuerdas cómo
todo lo que viene a ti calza en un esquema general.
Reconoces la cualidad preciosa de las
cosas cotidianas.
Y mantienes la gratitud por ambos, lo
bueno y lo malo en tu vida.
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