martes, 30 de mayo de 2017

Conexión cielo tierra



La tradición china suele distinguir diferentes tipos de energía:
La energía del universo.
La energía de la Tierra.
La energía del ser humano.
Dentro de la tradición taoísta, hablaríamos a su vez de la energía yang y de la energía yin.
El ser humano sería un canal por el que circulan estas energías.

De ahí la importancia de la conexión Cielo-Tierra a través de nuestro Canal Central, pues es el lugar por el que transitan.

jueves, 18 de mayo de 2017

La vivienda debe mantenerse austera


La vivienda debe mantenerse austera pero adecuada a la vida social.
El agua es siempre una misma, pero en función de la situación puede ser turbia, corriente o mansa, de flujo largo o corto, con diferencias naturales en cada situación.
¿Cómo podemos descuidar el lugar donde vivimos?

Yamaga Soko

miércoles, 17 de mayo de 2017

Respeta


Para convertirte en Maestro

Para convertirte en un Maestro, debes haber desarrollado:
_Un corazón generoso
_Paciencia
_Humildad
_Fortaleza tanto física como mental
_Determinación

El helecho y el bambú. El cuento de Kohai y Sensei



Hace mucho, mucho tiempo, vivía en Japón un campesino que a la vez era aprendiz de artes marciales. 
Se llamaba Kohai. 
Eran tiempos difíciles y se necesitaba mucho esfuerzo y tenacidad para continuar adelante compaginando el trabajo con el entrenamiento en artes marciales. 
Otros alumnos de artes marciales, le superaban rápidamente.
Un día, Kohai, se vino a bajo. 
Renunció a su trabajo, a su relación conyugal y, en definitiva, a su vida. 
También renunciaría a las artes marciales.
Antes de marchar de su pueblo, fue al bosque para despedirse de su maestro, Sensei.
- Hola, Kohai. ¿Qué te trae por aquí? - dijo el maestro.
- ¡No puedo más, Sensei! Pienso dejarlo todo a no ser que tú puedas darme una buena razón para no darme por vencido - contestó el aprendiz.
- Mira a tu alrededor - le dijo el maestro. ¿Ves el helecho y el bambú?
- Sí - respondió Kohai un poco sorprendido por la pregunta.
- Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. Les di luz y les di agua. El helecho creció muy rápidamente. Pronto se alzó un gran helecho verde brillante, mas nada salió de la semilla del bambú...
- No renuncié al bambú. El tercer año pasó y aún nada brotó de la semilla del bambú. El cuarto año, tampoco. Y por fin, el quinto año, apareció un pequeño brote de la tierra. Un pequeño brote insignificante al lado del frondoso helecho. ¿Y sabes que paso al cabo de tan sólo 6 meses?
- Pues no, Sensei.
- En tan sólo medio año, el bambú creció más de 20 metros de altura. Había pasado cinco años echando raíces. Unas raíces que lo hicieron fuerte y le proporcionaron todo aquello que necesitaba para sobrevivir.
El maestro cogió al aprendiz por el hombro y le dijo:
- Querido Kohai, ¿sabías que todo este tiempo que has estado luchando por tu familia, por tu trabajo y tus metas, realmente has estado echando raíces? No renuncié al bambú. Nunca renunciaría a ti. No te compares con otros - afirmó Sensei.
- El bambú tenía un propósito diferente al del helecho. Sin embargo, ambos eran necesarios para el bosque e hicieron de él un lugar más hermoso - continuó diciendo el maestro. ¡Tu tiempo vendrá! ¡Crecerás muy alto!
- ¿Y qué tan alto debo crecer, Sensei? - preguntó Kohai.
- ¿Qué tan alto crees que crecerá el bambú? - preguntó el maestro.
- ¿Tan alto como pueda? - preguntó Kohai con un tono de indagación y una leve sonrisa.

miércoles, 10 de mayo de 2017

El caracol y los monjes


Había una vez dos monjes que paseaban por el jardín de un monasterio taoísta. 
De pronto uno de los dos vio en el suelo un caracol que se cruzaba en su camino. 
Su compañero estaba a punto de aplastarlo sin darse cuenta cuando le contuvo a tiempo. 
Agachándose, recogió al animal.
-Mira, hemos estado a punto de matar este caracol, y este animal representa una vida y, a través de ella, un destino que debe proseguir. 
Este caracol debe sobrevivir y continuar sus ciclos de reencarnación.
Y delicadamente volvió a dejar el caracol entre la hierba.
-¡Inconsciente!-exclamó el otro monje- ¡Salvando a este caracol pones en peligro todas las lechugas que nuestro compañero jardinero cultiva con tanto cuidado. 
Por salvar a este caracol no valoras el trabajo de uno de nuestros hermanos!
Los dos discutieron entonces bajo la mirada curiosa de otro monje que por allí pasaba. Como no llegaban a ponerse de acuerdo, el primer monje propuso:
-Vamos a contarle este caso al gran sacerdote, él será lo bastante sabio para decidir quien de nosotros dos tiene la razón.
Se dirigieron entonces al gran sacerdote, seguidos siempre por el tercer monje, a quien había intrigado el caso. 
El primer monje contó que había salvado un caracol y por tanto había preservado una vida sagrada, que contenía miles de otras existencias futuras o pasadas. 
El gran sacerdote lo escuchó, movió la cabeza, y luego dijo:
-Has hecho lo que convenía hacer. Has hecho bien.
El segundo monje exclamó:
-¿Cómo? ¿Salvar a un caracol devorador de ensaladas y devastador de verduras es bueno? Al contrario, había que proteger el huerto gracias al cual tenemos todos los días buenas verduras para comer.
El gran sacerdote escuchó, movió la cabeza y dijo:
-Es verdad. Es lo que convendría haber hecho, tienes razón.
El tercer monje, que había permanecido en silencio hasta entonces, se adelantó y dijo:
-¡Pero si sus puntos de vista son diametralmente opuestos! ¿Cómo pueden tener razón los dos?
El gran sacerdote miró largamente al tercer interlocutor. 
Reflexionó, movió la cabeza y dijo:
-Es verdad. También tú tienes razón.


Contempla, medita y fluye.


Los rizos del lago se mueven por la agitada acción del viento.
Pero es gracias al sol, que podemos observar su suave danza.
El hombre sabio ve en la casualidad su causalidad.
Contempla, medita y fluye.


Las Hojas Verdes del Te
Swami Maitreyananda

lunes, 1 de mayo de 2017

El ojo del guerrero


Gran amante del Teatro No, Tajima no Kami, profesor de sable del shogun, asistía a un espectáculo en el que estaba reunida la Corte.
El actor más famoso de la época actuaba ese día.
Tajima observaba atentamente su actuación que manifestaba un gran dominio de sí.
Su concentración parecía sin fallo, sus gestos no dejaban ninguna abertura, exactamente igual que un guerrero experimentado.
Desde el comienzo de la representación Tajima no le quitó el ojo de encima ni un solo instante.
De pronto, el Maestro Tajima lanzó un kiai en dirección al actor, un grito discreto, pero que no pasó desapercibido…
Un murmullo recorrió la asistencia. Todo el mundo se intercambiaba las miradas.
El shogun mismo se volvió para conocer la procedencia de ese grito.
Cuando el espectáculo hubo acabado, el shogun convocó a Tajima y le preguntó la razón de su extraña conducta.
El Maestro se contentó con declarar:
Preguntad al actor, él lo sabe.
El actor confesó efectivamente y dijo:

‘El kiai surgió en el mismo momento en el que tuve un segundo de distracción producido por un cambio en el decorado’.

Anónimo

La No-Forma, El Aprendiz Y El Maestro


¿Cómo hago para no tener forma?
-Preguntó el aprendiz de la No-Forma al Maestro.
-Antes de practicar las técnicas para perder la forma, debes respirar fuego, debes hacer que el viento penetre tu cuerpo para que tu vida pasada se consuma y de ella no queden ni las cenizas, debes aprender a ser fluido como el agua y por ultimo vivir en unidad con uno y con todo.
-Debes saber que un verdadero guerrero nunca va a la guerra, sino que segundo a segundo se enfrenta con su propia violencia, sabiendo que su tiempo sobre la tierra será limitado, vive según la Doctrina para elevar al máximo sus logros, sintiendo la muerte siempre cercana, pero sin temerle.
Para que puedas perder la forma, así sea por un instante, es necesario que enfrentes a cuatro adversarios:
El primero es el miedo que puede hacerte huir de la No-Forma, siempre hacia el pasado.
El segundo: es la claridad que puede hacerte creer que ya has perdido la forma.
El tercero: es el poder que te hace creer que puedes hacer lo que quieras, sin considerar a otros.
Y el cuarto: es la duda que puede debilitar tu capacidad de resolución negándote el camino para realizar el ascenso.
Siempre debes elegir el camino de la evolución, aquel que te proporcione paz, fuerza y alegría, y a la vez, que te haga perder la forma entre las rocas...
En este camino sufrirás las ansiedades que atormentan a los hombres dormidos, pero, si tus sentimientos tus pensamientos y tus acciones se enfocan y ningún objeto te atrapa.
Así, de esa manera, viajarás de una maravilla a otra, viajarás por todos los mundos, sin cuerpo, sin nombre, sin pasado, sin que nadie espere algo de ti, así ninguna persona te podrá aprisionar con sus pensamientos, si dejas tu pasado de rocas y vegetales, nunca más te perseguirán tus sentimientos y pensamientos, forjados en la contradicción, ningún extraño con rostro conocido se te presentará danzando en medio del fuego del sobresalto, ningún enviado de tu pasado remoto hará acto de presencia sin ser llamado.
Nadie podrá predecir tus movimientos, vivirás la vida verdaderamente despierto y no darás más importancia a la verdad que a la falsedad, entendiendo su ilusión, actuarás con la verdad de la experiencia, creerás en lo que haces e iluminaras la Tierra; construyendo tu futuro, actuarás humildemente según Los Principios de Luz de Vida, actuarás sin torpeza ni cálculo erróneo, porque ya no tendrás Forma ni posición que defender, en eso radica tu verdadera libertad.