lunes, 28 de marzo de 2016

Sabio de corazón


jueves, 24 de marzo de 2016

Un Maestro en el infierno



Un monje preguntó al Maestro Chao-Chou:
-Maestro, ¿usted también irá al infierno?
El maestro respondió:
-Yo seré el primero en ir.
El monje preguntó:
-¿Usted Maestro, que es un gran sabio, porque debería tener tal destino?
El maestro respondió:
-Si yo no voy, ¿quién estará allá para enseñarte?




lunes, 21 de marzo de 2016

La velocidad del miedo


En el Japón feudal, un experimentado samurai llamado Matsumura entrenaba a un grupo de jóvenes que aprendían el Arte de la Espada.
Dos practicantes avanzados estaban a punto de realizar un combate de demostración, ambos alumnos de Matsumura.
Uno de ellos, pequeño y de constitución física débil se situaba a la derecha, el otro más alto y confiado demostraba calma frente a los presentes.
Los jóvenes estudiantes observaban desde un costado junto a Matsumura.
Uno del los jóvenes en voz baja le comentó a otro:
-El pequeño está perdido.
Matsumura los escuchó y les llamó la atención:
-El combate no está decidido, ni siquiera comenzó.
Ambos contendientes enfrentados a una corta distancia comenzaron su duelo con las miradas, uno esperaba el movimiento del otro.
Con las manos en sus espadas, los samuráis no apartaban la mirada uno del otro.
El más pequeño parecía nervioso, transpiraba y en sus ojos se reflejaba el miedo.
El otro, mantenía fija la mirada, estaba concentrado y su mano permanecía firme tomando la empuñadura de la katana.
Matsumura observaba atento, él conocía a sus alumnos.
Los estudiantes se mantenían inmóviles, sin hablar, atentos al primer movimiento.
De pronto, el más alto desenfundó su katana y en un movimiento rapidísimo lanzó el golpe mortal a la cabeza de su oponente.
El golpe cortó el aire en una fracción de segundo pero no llegó al objetivo.
Antes de detenerse en el cuello del más pequeño, el samurai sintió la punta de la hoja de la katana de su contrincante en su garganta.
Matsumura y sus alumnos no vieron el movimiento, nadie advirtió la espada del más pequeño recorrer la distancia desde la funda a la garganta del adversario.

Este, al advertir la hoja perdió la concentración y todos pudieron ver como gotas de transpiración caían sobre la espada.
El combate estaba decidido, el pequeño había vencido sin ser visto.
Los estudiantes, impresionados preguntaron a Matsumura:
-¿Cómo lo hizo? No vimos la espada moverse, estaba nervioso…
Matsumura respondió:
-Esa es la velocidad del miedo.

El sabio que comprendió












El sabio, el que comprendió más allá del entender, ve todas las cosas y cada detalle a la luz de la verdad que distingue sin juzgar.
Sabe qué hacer y qué no hacer con aquello que distingue.
Al decir del Tao, está en el centro del círculo y ahí se mantiene mientras el “sí” y el “no” se persiguen en torno a la circunferencia.

‘Los hombres verdaderos no tenían miedo cuando 
se encontraban solos en sus puntos de vista... 
respiraban profundamente desde los talones’.

viernes, 18 de marzo de 2016

El Maestro Xin

Del Tai-Chi al Tao
Aunque en occidente el Tai-Chi es conocido solamente como un compendio de ejercicios terapéuticos procedentes de la China milenaria, en su origen fue mucho más, formando parte y siendo el máximo exponente de las llamadas “artes marciales internas”, que cultivaban no solo el cuerpo, sino también el espíritu, la virtud y la mente, en una sagrada búsqueda de la perfección hasta conseguir el estado de Satori, o Iluminación.
Cuando las tropas maoístas, en su vorágine asesina, arrancaron de China todo lo poético, su legado más antiguo y añejo, también prohibieron el Tai-Chi y el Kung-Fu, destruyendo miles de santuarios Taoístas, Shao-Ling, el Pótala y cientos de lugares de sabiduría, asesinando a sus maestros, cambiando la historia y el testamento de un país legendario por el fanatismo de un partido político.
Uno de los maestros que lograron sobrevivir, escapando hasta Tailandia, fue el maestro Xin, quien, temiendo que los secretos de este arte se perdieran para siempre, se dedicó el resto de su vida a enseñar el estilo Wu, su aplicación marcial además de la terapéutica, y las meditaciones más profundas para unir el espíritu con el Tao.
En uno de los seminarios que dio en Bangkok, unos jóvenes practicantes de Muay Thai, muy fuertes físicamente, le increparon diciendo que el Tai-Chi no era efectivo en un combate real, por lo que el maestro Xin, con casi ochenta años, invitó al más robusto de ellos a subir al tatami y propinarle su mejor golpe.
Mientras dejaba delicadamente su bastón en el suelo, con la dificultad propia de su edad, y se dirigía lentamente hacia su oponente, el joven ya se había puesto en guardia, mirándolo con desprecio.
Aunque muchos de los asistentes quisieron evitar el combate, preocupados por lo que le pudiera suceder al maestro Xin, otros esperábamos en silencio, intuyendo el final y la suerte del joven maleducado.
Así, cuando le lanzó un crochet a la altura de la cabeza, el maestro lo esquivó y se abalanzó sobre su oponente, golpeándole en la nariz con los nudillos, dejándolo K.O. en menos de un segundo.
Todos a una, el auditorio se puso en pie, no creyendo lo que habíamos visto, mientras el maestro Xin regresaba lentamente a recoger su bastón.
¿Cómo era posible que un hombre que apenas si podía sostenerse en pie hubiese dejado fuera de combate a un hombre fuerte y bien entrenado?
Cuando el joven despertó, el maestro lo miró y le preguntó:
- ¿Sabes por qué has perdido? –
Pero el muchacho agachó la cabeza, lleno de vergüenza
– Perdiste porque permití que me subestimaras. Cuando te ensoberbeces, rebajas a tu contrario para elevarte a ti mismo. Entonces bajas la guardia y dejas de luchar porque crees que ya has vencido. Yo me aproveché de tu error y por eso gané.
De la misma forma, el Tai-Chi es subestimado por los practicantes de los estilos de lucha externos, porque no comprenden que el Tai-Chi Chuan es como acero envuelto en algodón, y ahí radica nuestra fuerza.
Quien sólo se entrena para vencer a sus enemigos externos, siempre tendrá alguien contra quien luchar y en algún momento encontrará a un rival más fuerte que le dará una buena lección.
Pero cuando combates contra tus propios enemigos, entonces aprendes también a combatir contra los demonios de los demás, descubriendo sus puntos débiles y atacándoles ahí.
Quien no se prepara de esta forma, no es un artista marcial.
Es semejante a un animal que busca otros animales con los que probar su fuerza.
El verdadero guerrero encuentra la estrategia perfecta antes del combate, aprovechando y anticipándose a su adversario, sacando partido de sus propios puntos débiles y haciéndose precisamente fuerte en ellos-
Después de sus palabras, los maestros que estaban en el auditorio buscaron la instrucción del maestro Xin para recuperar, en sus respectivos estilos, la espiritualidad y la esencia original perdida.
George Lucas, como un guiño cariñoso a esta historia, adaptó el suceso en “El Ataque de los Clones”, segunda película de la primera trilogía de Star Wars, que podemos reconocer en la lucha entre Yoda y el Conde Dooku encarnado por Christopher Lee.



jueves, 17 de marzo de 2016

Algo que aprender...algo que enseñar.


No hay nadie por muy sabio que sea,
que no tenga algo que aprender…
y nadie por muy humilde que sea,
que no tenga nada que enseñar.

martes, 8 de marzo de 2016

¿Qué es un maestro?



¿Qué es un Maestro?, ¿Quién es Maestro?, me pregunto yo al observar este nombre, en tantos muros de artes marciales.

La verdadera maestría consiste en unir lo que es bueno con lo que es mejor. En separar lo que es bueno de lo que es malo, pero sabiendo que el mal siempre tiene dos caras.

• El maestro no ignora que cualquier parte del Universo, por infinitesimal que sea, sabe todo lo que ocurre en el resto del Universo, y que todo el resto del Universo sabe lo que ocurre allí.

• Sabe el maestro que es fácil imponer la ley por la fuerza. Y que es difícil propagarla con el ejemplo.

• La meditación profunda, la plegaria espontánea, el reposo solitario, la alimentación sencilla y el movimiento mesurado, mantienen el espíritu, el alma y el cuerpo del maestro.

• Aquel que reconoce su ignorancia, su impotencia y sus faltas, está empezando a caminar por el sendero de la maestría.

• Es maestro aquel que llega a ser lo que Es.

• El MAESTRO muere a sí mismo y nace en el creador. Muy pocos conocen esto.

• Sabe el MAESTRO que uno puede entenderse con los demás sin hablar. Y que podemos perder a nuestro mejor amigo pronunciando una sola palabra.

• Sabe el MAESTRO que el mundo actual ni es bueno ni malo, ni real ni ilusorio. Sabe que está formado por una porción de luz divina fraccionada al infinito en las tinieblas del No-Ser.

• Sabe el MAESTRO que lo que es muy complicado -como muchas doctrinas o filosofías- esconde casi siempre la mentira. Lo que parece muy sencillo, encierra a menudo una verdad sublime.

• Sólo aquel que ha recorrido la senda de la sabiduría puede indicar el camino, pero son pocos los que le escuchan y le creen.

• La humildad y el amor son el adorno de la sabiduría.

• Ninguna religión -esto lo sabe muy bien el sabio- tiene el monopolio del Creador, ya que él es Único y ellas son diversas. Sabe el sabio que la esencia de todas es la misma, cuando ellas enseñan el Amor y viven el Amor, pues de lo contrario no son sino cuentos.

J. M. MOSQUERA



lunes, 7 de marzo de 2016

Mente imparcial





Un día, Chao Chou fué a visitar al Maestro Nan Chuan para preguntarle sobre el Camino.
-La mente imparcial es el Camino- fue la respuesta.
-¿Existe algún método para alcanzar la imparcialidad de la mente?-preguntó Chao Chou.
-Cuanto más piensas en ella, más se aleja tu voluntad de la misma.
-Si abandonamos el pensamiento-insistió Chao Chou-, ¿como podremos ver el Camino?
-El Camino no es algo que dependa del conocimiento o de la falta de conocimiento de uno. El conocimiento te desequilibra lentamente, mientras que la falta de conocimiento indica estupidez. Pero si puedes entrar imparcialmente en el Camino, te haces uno con el Gran Vacío. Dime, ¿qué puede haber más allá de esto?-dijo Nan Chuan.
Al oír esto, Chao Chou comprendió totalmente el principio de "estar fuera del conocimiento, así como estar fuera de la falta del conocimiento", y entró en el Gran Vacío de su propia mente.

martes, 1 de marzo de 2016

El zorro sin patas


Un hombre que paseaba por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas, por lo que el hombre se preguntaba:
-¿cómo podría sobrevivir?
Entonces vio llegar a un tigre que llevaba una presa en su boca.
El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne para el zorro.
Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre.
El comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios y se dijo a sí mismo:
-‘Voy también yo a quedarme en un rincón, confiando plenamente en el Señor, y éste me dará cuanto necesito’.
Así lo hizo durante muchos días; pero no sucedía nada y el pobre hombre estaba casi a las puertas de la muerte cuando oyó una Voz que le decía:
-‘¡Oh, tú, que te hallas en la senda del error, abre tus ojos a la Verdad! Sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado’.