La curva de aprendizaje en el Tai Chi Chuan es
parecida a la de cualquier otro arte.
Comienza con un fuerte ascenso, etapa que genera
muchas ilusiones y cambios.
Después viene una etapa de meseta, nuevamente
un pequeño
EL CRECIMIENTO EN TAI CHI CHUAN
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No es muy común hablar sobre las crisis a las que nos enfrentamos en nuestro
aprendizaje de Tai Chi Chuan.
Siendo
un arte de largo recorrido, es bastante habitual que pasemos por periodos donde
la “sombra de la duda” se vuelve tan intensa que nos lleva a pasar malos
tiempos en el mejor de los casos y, en otros, nos conduce a abandonar su
práctica, al concluir que este camino ya no es para nosotros.
Este
artículo trata de explorar nuestras crisis e indagar sobre sus causas.
Es
una forma de entender la complejidad de Tai Chi Chuan y a la vez la nuestra
propia, porque en muchas ocasiones ambas están unidas.
La curva de aprendizaje en Tai Chi Chuan es parecida a la de cualquier otro
arte. Comienza con un fuerte ascenso, etapa que genera muchas ilusiones y cambios.
Después viene una etapa de meseta, nuevamente un pequeño crecimiento, otra
meseta y así sucesivamente.
Las
mesetas son nuestras crisis, en las que parece que no avanzamos o incluso que
entendemos menos.
En
este punto nos preguntamos muchas cosas.
¿Será
este arte para mí o debería hacer otra cosa?
El
estilo que practico ¿es el adecuado?
Mi
profesor ¿es bueno?
¿Debería hacer más “empuje de manos”, más Qigong, ir a China?
Y
un largo etcétera de preguntas.
Son
malos momentos, pero a la vez nos hacen profundizar e indagar en nuestro
interior.
Si
los superamos con cada crisis este arte se vuelve más nuestro.
A grandes rasgos, agrupo las crisis en tres ejes de crecimiento que se corresponden
con los tres planos físicos, y a su vez con distintas cualidades emocionales y
psicológicas.
Estos
tres grandes bloques, si bien se dan uno tras otro en la evolución de la
práctica de Tai Chi Chuan, no necesitan asimilarse completamente para poder
pasar a la siguiente fase.
Más
bien es posible intuir y saborear de forma puntual en cada etapa algunos
aspectos de lo que será un logro permanente en una fase posterior.
El primer eje, izquierda-derecha.______________________________________
Es
el primer yin – yang a conquistar.
Distinguir
los pesos del cuerpo y manejarlos a nuestro gusto, es la base del trabajo.
Es
una etapa de grandes logros, los ejercicios aportan mucha información, evolucionamos
pronto.
Muchos de los que se inician en Tai Chi Chuan, si no hacían antes algún
ejercicio, como
otras artes marciales, danza o deportes, en este momento tienen grandes
descubrimientos sobre su cuerpo.
Sus
crisis empiezan cuando ven que esta fase les lleva mucho tiempo.
Se
comparan con otros y sienten que no pueden pasar a disfrutar de más aspectos de
la práctica: mayor sensibilidad, fluidez, habilidad en el empuje de manos, etc.
Los
que se inician en Tai Chi Chuan habiendo tenido experiencia en otras
actividades físicas, pasan más rápido esta etapa y se enfrentan a un segundo
eje.
Las cualidades psicológicas que conlleva este primer eje están relacionadas con
el disfrute del cuerpo, el juego, el abandono de la rigidez mental, sopesar las
posibilidades, el estancamiento ideológico, ponerse en camino y abordar los
problemas.
El segundo eje, delante-detrás._____________________________________
Es otro yin – yang que nos invita a distinguir entre lo sensible y lo fuerte, a
explorar cada uno de estos aspectos y colocarlos en su lugar, sacando el máximo
partido de ambos.
Los
practicantes en esta larga etapa se enfrentan a retos muy importantes.
La
energía que circula por la cara interna del cuerpo tiene una naturaleza
sensible y emocional que hay que aprender a distinguir y armonizar con la
energía de la cara posterior del cuerpo, de naturaleza más física y relacionada
con la fuerza.
Esta
etapa tiene un recorrido más largo que la anterior.
Aun
así, los practicantes que tuvieron muchas dificultades en la primera etapa no tienen
por qué tenerlas en esta, ya que se les abre un mundo de posibilidades y nuevos
conocimientos o confirmaciones a sus intuiciones previas que durará tiempo.
A
menudo nos encontramos con que personas que han pasado “de rositas” por la primera
etapa se encuentran con grandes frustraciones en la segunda.
Si
vienen de otras artes marciales externas o deportivas, la frustración se
manifiesta al no encontrar un sentido a Tai Chi Chuan, en el empuje de manos y
las
aplicaciones de la forma, sin utilizar la fuerza ni recurrir a los viejos
hábitos de
aprendizaje anteriores a Tai Chi Chuan, o bien al no saber que sentir o temer
profundizar en ello.
Esta etapa psicológicamente nos invita a interiorizar y explorar sentimientos,
a reconocer cualidades o renunciar a viejas artimañas, encontrarse con el
dragón que llevamos dentro, a considerar y valorar a los otros y dudar de
nuestras primeras impresiones.
El tercer eje, arriba y abajo_________________________________________
Es un yin – yang que nos propone colocar el cielo y la tierra.
Su
manifestación más evidente es el poder: lo que digo y lo que hago son la misma
cosa. El cielo, lo espiritual, ocupa su lugar.
La
tierra, la materia, también ocupa su lugar y ambos danzan para nuestro gozo y
el de los demás.
Es
otra etapa de largo recorrido.
Según
la opinión sincera de los que la han atravesado les faltaría
“algunas
vidas más para recorrerla entera”.
La energía de tierra y cielo encuentran su lugar en nuestro cuerpo, la
estructura
física ha logrado abrirse a todas las corrientes internas y las energías
cósmicas
circulan sin ningún obstáculo para obrar maravillas… este sería el fin.
Pero
aquí también hay muchos valores a explorar: necesitamos hacernos a nosotros mismos,
creer en nosotros, ser sinceros en nuestros propósitos, reconocer los méritos y
el camino de otros compañeros de viaje.
En
definitiva, arriesgarnos, pasar por la noche oscura del alma y contarlo.
En la práctica real dejan de tener la misma importancia el estilo, la
distancia,
dónde está el peso, la técnica.
Un
orden más “misterioso” hace todo esto sin ninguna pretensión.
Esta
etapa es a la que todos desearíamos llegar y sólo unos pocos llegan.
También
diferentes personas desde otras artes o disciplinas lo consiguen: monjes,
artistas, a veces personas anónimas, abuelos… Todos tienen cosas en común:
vemos a estas personas con gestos y expresiones gráciles y amables, sensibles y
a la vez contundentes, sus cuerpos transmiten vitalidad y reposo al mismo
tiempo.
Este
recorrido, que en esta lectura es de unos minutos, en la práctica son muchos
años.
Y debería ahora añadir una cuarta dimensión: el tiempo, kung-fu, la línea que atraviesa
esos ejes y que se manifiesta en el día a día con alegrías por los logros y
frustraciones por lo que no llega.
Cuentan
que el profesor Cheng Man Ching, dijo que tuvo un estudiante que lo había logrado
en seis meses, y al preguntarle cómo, respondió: es que tenía fe.
Dado el carácter del profesor podemos pensar que era para provocar a sus
estudiantes, o que apuntaba a la existencia de otras dimensiones además de las
cartesianas del mundo cotidiano tal como lo vivimos, en las cuales el tiempo no
tiene el valor que comúnmente le damos.
Estrategias ante la crisis__________________________________________
Para acabar, quiero resumir alguna de las estrategias que me he aplicado en estos
veintitantos años a la hora de abordar las crisis.
Cuando aparecen los sentimientos de frustración en la primera fase, nos podemos
marcar objetivos muy concretos: acabar una forma, o estudiar una nueva del
estilo, a veces con la espada.
Así
se cambia el ritmo y obtenemos un nuevo impulso.
También
podemos dejar de insistir en aquello que nos frustra:
‘sea la forma, el empuje de manos o el Qigong, y dedicarnos a explorar otros
aspectos que nos motivan más, como por ejemplo un nuevo tipo de Qigong
concreto, una parte de la forma, el estudio de un arma, etc’.
La exploración de todas las propuestas del estilo es una forma bien creativa de
estar en el camino y evitar la rutina.
Otro
recurso es probar otro estilo.
Estudiar
estilos más abiertos o más cortos pueden hacer cambiar nuestro estado y darnos nuevas
experiencias.
El
peligro consiste en coleccionar formas, estilos y ramas, pues pueden servir a
algunos practicantes como vía de escape para no profundizar en aspectos más
íntimos relacionados con el segundo bloque.
Entre los escollos que encontramos en la segunda etapa, el principal es poder
identificar qué es lo que pasa, por qué estamos desilusionados, apáticos o
quemados.
Parecía
que avanzábamos bastante y sin embargo nos encontramos estancados.
La
mirada interior es dura al principio, hasta que encontramos en ella una
oportunidad para superar nuestros límites ocultos hasta entonces.
El trabajo personal, fuera de las clases en grupo, es fundamental en esta etapa
para orientarnos.
Buscar
una relación más profunda con el profesor, donde podamos reconocer de verdad,
más allá de las formas aparentes de la clase, las cualidades que nos puede
aportar.
También
podemos explorar nuevas rutas de aprendizaje, a través de otras técnicas con
puntos en común.
Los
métodos de Feldenkrais, Eutonía o Bioenergética, entre otras, pueden aportar un
complemento que nos estimule puntualmente.
Trabajar
con otros profesores se vuelve casi imprescindible cuando no encontramos más
estímulo en nuestro entorno, ver otras formas de abordar cuestiones parecidas
por personalidades distintas nos acerca a reconocer nuestros valores.
La última etapa tenemos irremediablemente que abordarla solos.
Algo
que ha sucedido con muchos maestros es que los cambios generacionales y las
condiciones particulares enfrentan al practicante serio con un problema:
‘qué
hacer con este conocimiento que tiene en sus manos’.
La
creación de nuevos estilos, la reforma de la formas, el centrarse sólo en una
parte del currículo del estilo, crear un Qigong nuevo, el descubrimiento de
nuevas técnicas que nuestro profesor no utiliza, y a veces el aprendizaje con
dos profesores da lugar
a una tercera vía, acortar o extender las formas… y un largo etc.
Son
circunstancias que llevaron a muchos practicantes a ser en sus tiempos mundialmente
conocidos por sus méritos y aportaciones, pero que en muchos de los casos
generaron críticas por parte de sus correligionarios y también abandonos en sus
estudiantes.
Es,
en definitiva, la creativa, misteriosa y peligrosa noche oscura del alma de Tai
Chi Chuan.
Hace poco en una entrevista al artista Miquel Barceló, le preguntaron si se
consideraba un genio y dijo que, como todos los niños de su edad, empezó
pintando en las clases pero, a diferencia de la mayoría, nunca había dejado
hacerlo.
Ignacio Moriyón Ruiz