Cuentan
que, en un país lejano, los discípulos de una orden mística eran sometidos a
pruebas muy duras.
Un
día, un maestro reunió a varios de ellos y les dijo:
-Ayer,
unos aspirantes a la maestría fueron sometidos a un examen, quiero que vosotros
me deis vuestra opinión sobre quién ha sido el triunfador de la prueba, y así
podré conocer vuestra capacidad de comprensión.
Acompañadme
y os explicaré los detalles.
Caminaron
juntos un trecho hasta que llegaron a un lugar donde se abrían unos pozos.
El maestro continuó hablando:
El maestro continuó hablando:
-La
prueba era muy sencilla.
Cada
uno de esos cinco pozos está repletos de serpientes venenosas, así que se
encerró a los candidatos con el objetivo de que pasaran la noche allí.
Acerquémonos
y veamos el resultado.
Cuando
se asomaron al primer pozo, observaron que sólo estaban las serpientes.
Después,
en el segundo pozo, vieron muerto al candidato rodeado de los ofidios.
En
el tercero observaron al candidato tranquilamente sentado en medio de todas las
serpientes muertas.
En
el siguiente contemplaron cómo el cuarto hombre dormía a pierna suelta al lado
de una pequeña hoguera sin que hubiera ninguna serpiente a su alrededor.
Y
por último, en el quinto pozo, vieron cómo el candidato se encontraba en
postura de meditación y con el rostro lleno de serenidad mientras las
serpientes recorrían plácidamente su cuerpo.
-Bien
- dijo el maestro
-quiero
que me digáis quién es el candidato que ha triunfado en la prueba.
Después
de una pequeña deliberación en la que constataron que todos estaban de acuerdo,
un portavoz se dirigió al maestro:
-Creemos
que el ganador es el hombre que está meditando en el quinto pozo.
En
el primero, parece evidente que el hombre huyó.
El
segundo murió envenenado por las serpientes.
El
tercero hizo un acto de valor matándolas, pero sólo se desembarazó del problema.
El
cuarto candidato dio muestras de inteligencia al utilizar el fuego para que las
serpientes huyeran.
En
cambio, el último hombre consiguió tal control sobre sí mismo y alcanzó tal
grado de paz interior que hasta esos peligrosos animales demostraron
mansedumbre ante él.
-Vuestras
conclusiones son producto de las apariencias y no de la realidad. -dijo el
maestro
-La
verdad es que las serpientes no son venenosas.
Ciertamente,
el primer candidato huyó creyéndose en peligro, el segundo murió presa de su
propio miedo, el tercero mató a unos pobres animales inofensivos y el quinto
realizó un esfuerzo de concentración y control innecesarios en una situación
que no lo requería.
Sólo
el cuarto candidato intuyó que aquellos animales no eran en absoluto
peligrosos, por eso se tumbó tranquilamente a dormir, aunque antes prefirió
encender una hoguera para calentarse y sacar del pozo a las serpientes para
estar más cómodo.
*Siempre
que nos dejemos llevar por las apariencias, nuestro mundo aparecerá preñado de
ellas y no podremos contemplar la realidad.
*¡Vaciad
vuestra mente para ver el mundo tal cual es!
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