Un día el discípulo le preguntó a
su maestro:
-¿Por qué consideras tan
importante el sosiego?
-Acompáñame, dijo el maestro.
Lo condujo hasta un estanque y
con un palo comenzó a agitar las aguas y le dijo:
-Mírate. ¿Puedes ver tu rostro en
el agua?
-¿Cómo voy a verlo si el agua
está tan agitada?", protestó el discípulo, pensando que el maestro se
estaba burlando de él.
-De igual manera te sucede a ti, le
dijo el maestro.
-Mientras estés agitado y sin sosiego,
jamás podrás ver tu verdadero rostro. Sólo con la calma y el sosiego, tus ojos
verán la cara de tu esencia, que es la imagen interna de tu alma.
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