Un
día llegó al dojo un hombre pidiendo que se le excusara de pagar la mensualidad
alegando problemas económicos.
Shifu
Tang Lung lo miró a los ojos y accedió
sin decir nada.
Éramos
muchos los que entrenábamos allí y, aunque el precio de la mensualidad era inferior
al de una cena en cualquier fast-food, muchos no podían pagarlo.
Al
cabo de unos meses, shifu llamó a este hombre y le preguntó:
-Cuando
vas a un restaurante ¿pagas la cuenta?
-¡Claro
maestro! -Contestó.
-Y
cuando compras comida, ¿pagas al tendero?
-¡Por supuesto señor!
-¡Por supuesto señor!
-Y al sastre ¿le debes algo?
-¡No!
- respondió también.
-Entonces
tienes dinero para comer fuera, para pagar tus vestidos y comprar en el mercado,
pero no para tus clases.
-¡En
tan baja estima me tienes y sin embargo yo estoy alimentando algo más que tu
cuerpo!
El
hombre, avergonzado, agachó la cabeza.
-Si
realmente no tuvieras dinero, no podrías hacer nada de esas cosas, pero nos
pierdes el respeto valorando más el mundo de fuera y despreciando éste. No es
que no tengas dinero, es qué prefieres gastarlo en otras cosas que consideras más importantes.
Entonces, shifu lo acompañó hasta la puerta y lo
echó del dojo sin posibilidad de regresar, luego se volvió a nosotros y nos
dijo:
-Muchos
seres sin escrúpulos querrán aprovecharse de la compasión ajena, pero mi compasión
tiene dueño, pertenece a los pobres, a los huérfanos, a la viuda y al enfermo,
y no se la entrego a cualquier ladrón que venga a robar en mi casa.