Confucio tenía numerosos discípulos; entre ellos había dos muy especiales: Zi Lu y Yan Yuan.
Zi
Lu era un joven de gran fortaleza física; Yan Yuan era un estudiante esmerado, que
provenía de un hogar muy humilde.
Cierta
vez, Confucio alabó efusivamente a Yan Yuan por algo que éste había hecho.
Zi
Lu sintió que el gran maestro no apreciaba suficientemente sus virtudes.
Sus
celos e inseguridad le hicieron perder la perspectiva de su propia fortaleza.
Guiado
por estos sentimientos, pidió hablar con Confucio.
-‘Maestro,
he seguido con atención tu conversación con Yan Yuan y he notado con tristeza
que no nos tratas a todos de igual manera’.
Y después, esperando que el maestro reconociera su superioridad para la lucha, le preguntó:
Y después, esperando que el maestro reconociera su superioridad para la lucha, le preguntó:
-‘Si
tuvieras que formar un ejército, ¿a quién reclutarías?’
Zi
Lu estaba convencido de que la respuesta del maestro no podía ser otra que
señalado a él como candidato ideal.
Pero
Confucio le respondió:
-‘No
reclutaré a quienes sean capaces de pelear con un tigre sin armas o cruzar el
río sin un barco. Elegiré a los que puedan mantener su mente clara ante los
conflictos, a quienes no se dejen llevar por sus emociones, sepan cuándo escuchar y cuándo actuar: ésos
desempeñarán eficazmente cualquier tarea’.
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