El
Maestro le dio a su alumno una piedra, tenía unas dimensiones proporcionales
al ser de forma geométricamente cuadrangular, era de un tamaño ni muy grande
ni muy pequeña, la cual tendría que cargarla para toda su vida, sin perderla
ni desprenderse de ella, porque allí tendría la solución a sus problemas y a
su liberación.
Cada día que se levantaba tenía que llevarla consigo fuese a donde fuese y
con quien fuese, ella tendría que ser una prolongación de su vida y de él
mismo.
Los
primeros días y las primeras semanas fueron llevaderas, aunque de vez en
cuando se le olvidaba llevarla y tenía que volver por ella ya que allí estaba
su solución, su liberación…llegaron a pasar los días y las semanas, hasta los
meses...y cada vez y ya se le comenzaba hacer un poco pesado portar con una
piedra en la que no veía ni entendía el significado de las palabras del
Maestro.
Además
no podía recurrir a él, ya que se había marchado a un largo viaje y lejos de
toda comunicación.
Pasaban los meses y desde el amanecer en el que los rayos del sol daban sus
primeras señales de vida, hasta el caer de la oscuridad de las noches, la
piedra cuadrada era insignificante para él, además le comenzaba a causar
dolor, molestar y pesadez…y las preguntas cada vez iban a más sin soluciones.
Llegaba el día en el que miraba la piedra y sin comprender nada, sumergían de
sus ojos unas gotas de lágrimas de incomprensión, de debilidad, de sentirse
nada, de verse sólo, una piedra era capaz de hacerle sentir todo eso…y más.
Así pasaron los meses y un año, sin saber cuándo volvería su Maestro, sin
conseguir respuestas, sin entender…
A veces el oscurecimiento que llegaba a soportar era tan grande que sería
capaz de echar todo por tierra, no teniendo nada sentido, pareciendo una
broma, llegaba a pensar, y la ira hacía su hueco para manifestarse en él y
robarle toda su energía, su breve lucidez….
Pasaron varias estaciones del año, como pasaba el tiempo sin encontrar, sin
nada…desayunos, comidas y cenas acompañado de una insignificante piedra
cuadrangular a la cual no le sacaba ningún significado, ningún fruto de
estudio… esto no podía ser posible (se decía a sí mismo).
Llego un día en el que el esplendido sol hacía su presencia a primeras horas
de la mañana, dando calor y luz a todo lo que abarcaba, su energía se podía
plasmar en toda la naturaleza, desde los pájaros con sus cantos y revoloteos
entre ellos y danzando de árbol en árbol, hasta el crujir de las flores al
abrirse a los rayos del sol para saciarse de su esencia y florecer en su
apogeo de vivir y ser, esa mañana sin esperar nada, se levantó miró la piedra
y la abrazó, comprendió que era parte de él, la aceptó de corazón y de mente,
de sentimiento…y a partir de ese maravilloso día todo se iba transformando
poco a poco, paso a paso, empezó a esculpir la piedra ya que el Maestro no le
había dicho nada al respecto de cambiar su forma, sólo en que sería su
solución a problemas y liberaciones, y que no debía abandonarla.
Comenzó
poco a poco a limar sus esquinas, con delicadeza para que no se deformase más
de lo que él pretendía, fue esculpiendo una cabeza, unos hombros, con sus
brazos en reposo tocándose suavemente las manos, en posición de flor de loto,
era la forma de un ser iluminado (un buda), de un ser bondadoso, que
trasmitía paz y amor, así fue como comenzó encontrar la solución a unos
problemas que a él tanto le afectaban y como se fue liberando de una pesadez
karmica en la que no veía solución posible.
Cuando al tiempo volvió su ansiado Maestro del largo viaje sólo pudo
enseñarle la piedra cuadrangular transformada en una figura de un ser
luminoso (un ser despierto) y abrazarlo sin que las palabras hiciesen
presencia en tal bello acto de comprensión y amor.
Desde aquella transformación sin tiempo, llegó a comprender que todos
llevamos una piedra, cada cual de diverso tamaño, así es para cada ser
humano, y todos podemos y tenemos la opción de esculpirla o de seguir
mirándola sin saber qué hacer con ella y porqué nos acompaña…ese es el karma
al que hay que transformar, esa es la piedra en la que hay que trabajar, eso
es eso.
Coge tu piedra, tu cincel y escultor…comienza a formar tu escultura….
¿Quién no ha tenido o tiene esa piedra en sus manos?... ¿quién?...
Autor
Desconocido
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