A
finales de la dinastía Han Oriental (25 d.c.-220 d.c.), China se encontraba en
plena guerra.
La
corte publicó un edicto real para reclutar soldados.
En
Zhuozhou, ante este anuncio, se presentó un hombre llamado Liu Bei, orgulloso
descendiente del príncipe Jin de Zhongshan de la dinastía Han.
Liu
suspiraba mientras leía el edicto publicado cuando escuchó una voz impaciente
que llegaba desde sus espaldas:
“¿De
qué sirve el suspirar, sin la devoción de un hombre a su país?”.
Al
instante, el orador se presentó:
“Soy
Zhang Fei y me gano la vida vendiendo vino y sacrificando cerdos”.
“Quiero
dedicarme al país”, explicó Liu después de decirle a Zhang su nombre. “¿Pero,
cómo puedo lograrlo si estoy ahora con las manos vacías?”.
“No
tienes que preocuparte”, dijo Zhang. “Estoy dispuesto a construir un ejército
con mi fortuna y embarcarme en esta nueva carrera contigo”.
Mientras
los dos hablaban alegremente tomando licor en un pequeño restaurante, llegó un
hombre de apariencia marcial, guapo, de gran estatura y tez roja.
Liu
y Zhang lo invitaron a unirse a la mesa.
Supieron
entonces que el señor se llamaba Guan Yu, que había matado a un tirano local
para hacer justicia, y por eso tuvo que huir de su casa y vagabundear por
muchos años.
En
una amable conversación, los tres se dieron cuenta de que compartían una
ambición común y al día siguiente en un jardín de melocotones, juraron su
hermandad al cielo y la tierra encendiendo inciensos y velas.
Liu
Bei era el mayor, Guan Yu le seguía y Zhang Fei era el más joven. Prometieron
esforzarse juntos por el futuro del país.
En
adelante, los tres hermanos de juramento tuvieron una carrera exitosa.
Liu
Bei ascendió al trono del estado de Shu en 221 d.c. en la actual provincia de
Sichuan.
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