Siempre
se presentaba a sí mismo como superior en todo.
Un
día, en el sermón de la mañana, les dijo a sus discípulos:
-Queridos
discípulos, estáis ante un gran liberado viviente. Aprovechad mi presencia. Soy
puro, autocontrolado, lúcido y he superado cualquier miedo. En mi condición de
liberado viviente jamás siento miedo, porque para mí dan lo mismo vida o
muerte.
Esa
tarde el maestro y los discípulos salieron a dar un paseo.
Iban
por un sendero cuando de pronto vieron una serpiente sumamente venenosa
atravesada en el mismo. El primero en salir corriendo despavorido fue el
maestro, al que siguieron los discípulos.
Cuando
regresaron al monasterio, éstos le preguntaron al maestro por qué había sentido
miedo.
El
mentor replicó:
-¿Miedo
yo? No seáis ignorantes, queridos míos. No conozco el miedo en mi condición de
iluminado, pero si me hubiera quedado impertérrito ante la serpiente, habríais
pensado que exhibía mi intrepidez yeso sí habría sido inexcusable por mi parte,
porque un iluminado no puede vanagloriarse. ¿Cómo he evitado ese riesgo? Pues
corriendo como vosotros.
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