El cuerpo humano es una "máquina" versátil y maravillosa, que se puede usar de muchas maneras, incluso diferentes a las habituales.
En algunas disciplinas marciales, por ejemplo, la parte más consistente de la energía cinética desarrollada no proviene de la contracción de los músculos de la pierna y del brazo, sino de un manejo particular del "tono" de los profundos, en particular de los de la espalda (los erectores de la columna) que permiten que el cuerpo para actuar como una " estructura integrada y elástica".
Considerando el uso unitario de nuestra estructura corporal en línea con el principio de tensegridad, es posible iniciar el flujo cinético de cada movimiento siempre desde el soporte plantar (y desde el suelo). Liberar tensiones innecesarias y adquirir la capacidad de "hundirse", le permite utilizar tres fuerzas físicas extremadamente poderosas:
- la fuerza de la gravedad
- la reacción de vinculación
- la fuerza de la fricción.
Para controlar y gestionar estas fuerzas es necesario perseguir ciertas cualidades (estáticas y dinámicas) mediante una formación específica, por ejemplo:
- la alineación postural perfecta,
- la percepción de la secuencia articulada correcta,
- la liberación profunda de tensiones parasitarias,
- la conexión entre las articulaciones (contiguas y, sobre todo, las de ciertos pares de articulaciones: hombros/caderas; codos/rodillas; muñecas/tobillos).
De esta manera, lentamente, se puede percibir y luego utilizar el "rebote" de fuerza/peso (aún mejor si se acentúa por impulsos externos de un oponente) y llevar con intención este rebote a lo largo de ciertos "caminos preferenciales de fuerza", que pasan por el cuerpo hasta el punto de la "emisión" elegida ( mano, hombro, codo... )
Esta forma de manejar el cuerpo implica una aguda percepción de la variación en el tono de cada músculo individual, que tiene que responder a una perfecta sincronización Yin/Yang de toda la estructura musculoesquelética (algo se llena mientras algo más se vacía, algo se libera mientras algo más se extiende...).
Detrás de una urgencia externa, el Yin desencadena una rendición controlada que no daña la integridad de la estructura, sino que desencadena un estiramiento elástico "acumulativo" de los tejidos.
Por el contrario, el Yang se caracteriza por una fuerte intención que lleva a la liberación de la fuerza elástica previamente almacenada en la estructura osteomuscular.
Al igual que con los coches, cuyas ruedas giran tras la transmisión de la marcha activada por el motor, es importante percibir que el movimiento – en particular el marcial – tiene que encontrar su origen... en el suelo.
Fuente: Fajin - Taijiquan & Cultura orientale
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