Un padre sin un padre, tiene dificultad en equilibrarse.
Un maestro sin un maestro, es peligroso.
Nos dirigimos a nuestros padres, a nuestros maestros, a nuestros líderes con confianza y expectación.
Su
responsabilidad es guiarnos, educarnos e incluso juzgar por nosotros cuando las
circunstancias son inciertas.
En
último término, han de llevarnos al punto donde podamos tomar nuestras propias
decisiones, basados en la sabiduría que ellos nos han ayudado a desarrollar.
Pero el potencial para el abuso y el error es muy grande.
Pero el potencial para el abuso y el error es muy grande.
¿Qué
persona puede estar en lo cierto todo el tiempo?
Un
simple desliz en un mal momento puede causar confusión, cicatrices sicológicas
e incluso un gran desastre.
Palabras
duras a un niño en momentos impresionables pueden engendrar años de problemas.
Es
por eso que necesitamos un padre para el padre, un maestro para el maestro, y
líderes para los líderes.
Eso
previene los errores del poder.
En
el pasado, incluso los reyes tenían sabios consejeros.
Toda
persona que vaya a ser un líder debería tener tal ayuda.
Eventualmente, alguien tiene que estar en la cima.
Eventualmente, alguien tiene que estar en la cima.
¿Y
a quién se dirigirá esa persona?
No
invoquemos deidades sino al pragmatismo.
Es
la experiencia quien es el supremo maestro.
Es
por eso que las personas sabias viajan constantemente y se prueban a sí mismas
contra el constante cambio de circunstancias.
Sólo
de así pueden realmente confirmar lo que piensan y compensar sus defectos.
Roberto Rocabado
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