Hyakujo convocó a sus monjes, pues quería enviar a uno de
ellos como encargado de su nuevo monasterio.
Poniendo una jarra llena de agua en el suelo, preguntó:
“¿Quién puede decir qué es esto sin llamarlo por su nombre?”
El monje jefe, que esperaba ser el designado, respondió:
“No puede decirse que sea un zueco”.
“No es un estanque, pues puede ser transportado”, dijo otro
monje.
Isán, el monje cocinero, que estaba cerca, se acercó, hizo
caer la jarra de un golpe y se marchó.
Hyakujo sonrió y declaró:
“El monje cocinero será el maestro del nuevo monasterio”.
Mumon Ekai
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