El doble peso es
considerado uno de los pecados técnicos más grandes del Tai Chi Chuan, aunque
no es un problema exclusivo de este arte, otras artes internas y externas
analizan este tema con diferentes nombres y relevancias.
Algunos
practicantes hablan casi con miedo del doble peso, como si fuera una bestia que
ataca sin aviso. Otros están atentos para ver si detectan en algún video de una
escuela rival alguien que esté cayendo en este error. Pero lo cierto es que
poca gente comprende lo que es realmente el doble peso.
La definición de doble
peso más extendida es la que define la situación en que nuestro peso está
repartido 50/50 en cada pie. Por eso algunos afirman que la posición de mapu (mabu),
posición del caballo o del jinete de hierro no puede formar parte de un arte
marcial interno, ya que es notorio que para mantenerla el peso debe estar
equitativamente distribuido. Este es un buen ejemplo de la escasa comprensión
de este tema.
En primer lugar no
creo que ninguna postura tenga que desestimarse a priori, fundamentalmente
porque son “posturas”.
¿Qué quiero decir
con esto? Las posturas son como los fotogramas de una película, aislados del
resto parecen algo quieto, casi inútil. De hecho la tendencia “moderna” es la
de criticar y reírse en general de las posturas marciales tradicionales. Lo
cierto es que por ser interpretadas como algo estático, la mayoría desconoce la
verdadera utilidad de cada una (que no es para que queden bonitas, eso es lo
primero).
Pero tanto
hablemos del doble peso como de su eficacia en general, lo que nadie hace es
recordar que una postura es un cuadro congelado que forma parte de una cadena
de movimientos.
Repito, el
análisis estático de las posturas puede conducir a muchos errores si olvidamos
vincularlo a su contexto dinámico. Entendamos que, tanto si caminamos como si
realizamos un ejercicio de TCC, evitar el doble todo el tiempo es imposible. El
movimiento de nuestro cuerpo se basa en la traslación del peso de una pierna a
otra. Lo que significa que en algún momento nuestro peso estará equilibrado
50/50, lo contrario es físicamente imposible.
Pero, si no se
puede evitar totalmente, ¿por qué se insiste tanto en no estar en doble peso?
Moméntum vs
Cinética
Las artes
marciales internas basan su poder en el momentum, es decir, en la fuerza lineal
transmitida de nosotros al contrincante. Es su objetivo el mantener y
aprovechar el moméntum.
Cada una, a su
manera intenta preservar esta energía alimentándola constantemente, como el
operario de una caldera de vapor de una locomotora, tirando carbón
constantemente para no perder el impulso. Continuando con el símil literario,
la locomotora, que es el moméntum , es común a todas las artes , pero el carbón
que cada una usa es diferente.
El maestro Djurdjevic
hace una excelente diferenciación técnica que yo me permito aquí interpretar.
El xing yi chuan lo
hace mediante el uso de la gravedad, es decir mantiene el moméntum mediante la
presión hacia abajo para “recargarlo” mediante compresión contra el suelo y su
correspondiente expansión.
El pa kwa chan lo
consigue mediante el uso de la espiral, mantiene el impulso modificando la
extensión y reducción de los círculos, como quien enrolla un cable en una
enorme bobina, manteniendo la trayectoria lo suficientemente tensa como para
mantener el efecto de transmisión del moméntum.
El tai chi chuan
lo gestiona mediante la continuidad, lo que en cierta forma es el chan se jing
o “enrollar la seda”. Lo consigue contrayendo o expandiendo el centro, ya sea
llenando o vaciando para mantener el flujo continuo de energía.
Si miramos la
fórmula del momentum tenemos que es igual a la masa x la velocidad. Esta es la
gran diferencia con las artes marciales externas que usan mayormente la energía
cinética.
En las artes
internas el ataque trata de transferir la totalidad de nuestro peso al
contrincante, independientemente de la velocidad. Por eso muchas veces le dice
uno a sus alumnos que la técnica la hagan lenta, porque si a baja velocidad es
efectiva, a alta lo será más.
A esto se debe que
en TCC y en las demás artes internas, la velocidad no sea una prioridad (no
porque sea despreciable, sino porque a nivel pedagógico la velocidad se usaría
para compensar defectos en estructura, relax, distancia y movimiento, por lo
que su uso suele postergarse). Sabemos que el TCC fue creado para usarlo cuando
eres más viejo, lento y débil que tu oponente. Así que será el correcto uso de
tu estructura corporal y tu relax el que hará el trabajo.
Pongamos por
ejemplo dos bolas de billar impactando. ¿Quién no ha visto que aunque una bola
sea golpeada muy despacio por otra, ésta se mueve igualmente y puede que
incluso recorra un gran tramo por la mesa de billar?
Eso es porque una
bola le ha cedido totalmente su moméntum a la otra.
En las artes
marciales externas se trabaja más con la cinética. Es decir que se acelera un
puño o un pié todo lo que se puede para causar un buen impacto. La fórmula de
la energía cinética es la mitad de la masa x la velocidad al cuadrado, es
decir, que la velocidad es el parámetro más relevante.
Así que más te
vale ser joven o rápido o muy fuerte para que el golpe sea efectivo.
Si pensamos en dos
pelotas de goma, para que una mueva a la otra, tiene que acelerar mucho, de lo
contrario, por el tipo de superficie, habrá poco movimiento dado que se
amortiguará el impacto.
En TCC, nuestra
estructura corporal y nuestro relax nos transforman en una masa sólida que
transmite, sin importar la velocidad, la fuerza al adversario, concretamente
nuestro peso.
Si olvidáramos por
ejemplo el relax y tensáramos los brazos al practicar un fuerte empuje,
nuestros brazos se aislarían del resto del cuerpo, volviéndose amortiguadores
(como la pelota de tenis) en lugar de transmisores de la fuerza aplicada.
Cuando eso pasa
los novatos empiezan a forcejar y los más veteranos solemos decirles “no uses
fuerza” que es como decir “vuelve a re-conectar todo tu cuerpo que sólo estás
usando una parte aislada”.
Doble peso, no
sólo está en los pies
Como ya vimos, el
TCC se especializa en crear y mantener ese fenómeno de transmisión de fuerza
gracias a un factor dinámico fundamental: la continuidad de movimiento.
Todo arte marcial
es esencialmente movimiento. Lo estático sólo se usa para aislar partes de su
contenido y poder estudiarlo y aprenderlo. Una práctica marcial seria, debería
incluir el ensamblaje de esas partes en un todo realmente vivo. La quietud es
para el TCC lo que un cadáver a la medicina, es algo para estudiar, pero sin
vida.
Cuando se estudia
el doble peso en una postura en estado de reposo es a efectos de corrección
estructural, pero tiene que mantenerse en mente que eso será algo móvil. Se
estudiarán detenidamente la apertura o cierre de las articulaciones del fémur
con el sacro.
Generalmente se
empuja al practicante para que corrobore si tiene “raiz”, es decir si aguanta
en el sitio sin ser vilmente empujado.
Pero, ¿qué pasa
con la postura del jinete de hierro, del caballo o “mapu” y su mítico y odiado
50/50 en cada pie?
¿Qué pasa con la
postura de combate “santishi” de xing yi chuan que tiene el peso repartido casi
50/50? ¿Son ineficaces? ¿Inútiles? ¿Los grandes maestros estaban borrachos
cuando la inventaron?
Seguramente que
no. Lo que sucede es que hay posturas que se aprecian sólo en un contexto
dinámico. En movimiento, cualquiera de estas posturas será eficaz para ceder el
impulso de la técnica y seguramente no tendrán para nada 50/50 repartido entre
sus pies, porque el impulso sólo puede ser dirigido eficazmente en una
dirección a la vez, por lo que apenas extienda un puño o un pié bien conectado
a mi estructura, existirá un traslado del peso en esa dirección, favoreciendo
el moméntum y rompiendo el doble peso. (Por supuesto la transmisión de esa
energía debe ser controlada, de lo contrario sólo existe un desmoronamiento
general de nuestra estructura.)
Es decir, no
porque veamos las piernas paralelas y flexionadas igual, tienen ambas el mismo
peso en ellas. El comprobar una postura de gato o arco en quietud es fácil y
práctico a fines didácticos. Pero lo que generalmente se olvida es que ese test
es insuficiente.
Estar “enraizado”
es sólo una parte de la cosa. Si yo no puedo salir de ese estado de raíz y
transformar la fuerza aplicada caeré inevitablemente en doble peso.
¿Cómo? Simplemente
porque si mi adversario y yo estamos igualados en empuje y resistencia, hemos
destruido la transmisión del momentum, por lo tanto, él y yo nos transformamos
cada uno en una pierna de un cuerpo imaginario que reparte 50/50 el peso
corporal.
Porque si tomamos
en cuenta que según los maestros, cuando entramos en contacto con el rival, ya
no existen dos cuerpos sino UNO SOLO, entonces el doble peso ya no es tema sólo
mío, sino de cómo gestiono el peso del rival y si entre nosotros existen dos
ying o dos yang, pues nada, hay doble peso también.
Por lo tanto, el
doble peso no se circunscribe solamente a las piernas. Es bastante más sutil que
eso. De nada sirve que yo tenga un correcto 60/40 distribuido en una postura de
arco si la parte superior tiene el mismo peso que la parte inferior.
Si el “cielo” (del
tantien para arriba) y la “tierra” (del tantien para abajo) están
igualados, es decir, si los dos están llenos o los dos vacíos, zás, hay doble
peso también. El 50/50 va más allá de los pies, va en la intención, en el lleno
o en el vacío, en la expansión y la contracción.
El concepto se
aplica por todo el cuerpo de modo que podemos dividirlo en cuadrantes,
generando un número impresionante de combinaciones, es decir, según la técnica
a la que nos enfrentamos deberemos vaciar un hombro y llenar el otro, o llenar
los dos hombros para poder vaciar la cintura y así de forma indefinida.
Doble peso,
enemigo del moméntum
El doble peso no
es más que el asesino del moméntum. Detener el moméntum es dejar que se muera
una oportunidad de alcanzar nuestro objetivo.
Un combate es
básicamente un juego donde una ventana se abre y otra se cierra en el ataque y
la defensa y tenemos décimas de segundo para usarlas.
Si pensamos en
enrollar la seda (chan se jin), imaginémonos que tiramos de una barca por un
lago. Si se rompiera la cuerda tendríamos que arrojarnos al agua, empalmar la
cuerda regresar a la orilla y empezar de cero. Lo mismo si cortamos el
moméntum.
Es cierto que las
artes marciales externas y los deportes de combate en su mayoría y al usar sólo
la cinética, pasan interrumpiendo este proceso, en el cual se detienen y
vuelven a empezar.
La filosofía de la
NeiJiá (esuela interna) es diferente. Se basa en el flujo constante de la
acción, un concepto muy taoísta la verdad. Y muy efectivo.
Para aumentar su
efecto, las AAMM internas no sólo trabajan con nuestro moméntum sino con el del
contrincante, lo que hace multiplicar la potencia. Sin duda esto las hace mucho
más sutiles, más duras de dominar (y por eso muchos dicen que son anticuadas u
obsoletas).
El gran enemigo es
el doble peso, ya que caer en él nos obliga a “resetear” toda nuestra
intención, matamos el impulso y destruimos el moméntum.
Desde el punto de
vista de la salud, romper la continuidad implica, si hacemos una forma en
solitario, que nuestras articulaciones y músculos trabajen de más ya que
anulamos la conexión entre movimientos y desaprovechamos lo que yo llamo, “la
inercia controlada del TCC”.
Desde el punto de
vista del combate significa romper un ritmo natural que abre ventanas para que
nos entre un ataque inesperado, desaprovechar nuestra energía y anular nuestra
capacidad ofensiva-defensiva.
El trabajo
estático donde corregimos el doble peso es apenas un inicio. El doble peso debe
revisarse en todo el cuerpo y dependerá de la acción de nuestro adversario
dónde debemos poner o sacar, dónde deberemos vaciar o llenar.
En mi humilde
opinión, los trabajos en pareja tipo San Shou o Da Lü son excelentes para ir
desterrando poco a poco este defecto.
¿Cómo nos damos
cuenta de que vamos progresando?
Cuando sentimos
que no hay huecos en nuestra rutina de pareja, que el impulso se mantiene sin
perder la raíz, que un movimiento da luz al siguiente sin esfuerzo y con buena
estructura y ya más avanzados, cuando somos capaces de cambiar el ritmo sin
perder la continuidad, escuchando la fuerza, adhiriéndonos, siguiéndonos en una
espiral continua.
El concepto
tradicional sobre el DOBLE PESO no habla sobre la distribución en los pies
Siguiendo en mi
investigación de este tema, he descubierto que el concepto tradicional del
doble peso del que se pueden encontrar referencias en clásicos del TCC en su
idioma original, no habla del peso repartido entre las piernas.
Cito al
maestro/escritor/traductor Tim Cartmell:
“Aunque hay alguna
lógica detrás de la definición del doble peso como el peso distribuido por
igual entre ambos pies, esta es la explicación parcial, es decir que no es
exacta.
Cuando lees el Tai
Ji Quan Classics en el original en chino , la definición y explicación de doble
peso es clara e inequívoca.
Doble peso se
refiere al uso de la fuerza directamente contra la fuerza del otro.
El uso de mi
fuerza (peso) en contra de su fuerza (peso) crea dos ‘pesos’ (centros) .
Cuando dos centros
separados de la gravedad se disputan, el más fuerte siempre gana.
Este estado se
produce naturalmente cuando la lucha es entre inexpertos y no es arte
marcial.
El principio
subyacente de la aplicación del Tai Ji Quan es unir centros con tu oponente (un
peso) de una posición dominante de modo que usted puede “tomar prestado la
fuerza del oponente ‘y conducirlo a su técnica.
Es interesante observar
en el Tai Ji Quan Classics que doble peso se considera una” enfermedad ” y la
razón de que los practicantes fracasen, incluso después de años de
entrenamiento . La clave es unir nuestro centro con el del oponente y moverlo
como una parte de ti mismo.”
Un párrafo lleno
de inestimable conocimiento.
El maestro Byron
Zhang siempre dice en sus clases y seminarios que debe desaparecer el concepto
de “me está empujando” cada vez que entro en contacto con mi compañero o mi
atacante. En su lugar debemos desarrollar la sensación de que el cuerpo del
otro no es algo antagónico sino que es sencillamente una extensión del nuestro.
Es una idea
absolutamente taoísta, donde se actúa fusionando los opuestos y actuando desde
adentro (desde lo interno) y no desde afuera (produciendo una técnica externa).
Incremento del
concepto de “arte marcial interno”
Esto me lleva a
profundizar aún más la idea de lo que significa practicar un AAMM interno y no
tiene nada que ver con hacer prácticas meditativas, visualizaciones o adoptar
una postura de persona que cree estar más allá de las patadas y los puñetazos.
Hace mucho tiempo
que tengo claro que un arte interno usa su poder procedente de las fuerzas
centrífugas y centrípetas generadas por el practicante.
Estas fuerzas
encuentran su camino en la correcta alineación de articulaciones, es decir en
una estructura y para que esa estructura sea eficaz, tiene que haber relax.
En una
confrontación, ya sea de práctica o real, si yo no me integro con mi rival
intentaré cambiar la situación desde afuera y para eso deberé ser
inevitablemente más fuerte y más rápido.
En cuanto me
integro a mi atacante y desaparece la dualidad, el poder proviene de una masa
que cambia su naturaleza desde adentro, por lo que es irreversible, la técnica
se torna inevitable, natural y simple.
Porqué no se
comprende el doble peso
Mi teoría es
que al intentar convertir el TCC en un arte en solitario, sin contacto,
en una danza individual, la interpretación de los clásicos ha caído un poco en
ciertas áreas erróneas.
¿Podría alguien
entender un jab de derecha sin nunca aplicarlo?
Por la misma
razón, las áreas oscuras del TCC provienen simplemente por la falta de
interacción con otros practicantes. La falta de interacción lo convierte en una
simple caricatura, en apenas una sombra del poderoso arte que supo ser.
Pero, como dijo un
gran maestro: “todo el trabajo que se hace individualmente en el TCC es
simplemente una preparación para el momento del contacto con tu rival”.
Espero os resulte
tan esclarecedor como a mi.
Gracias por leerme