domingo, 1 de abril de 2018

Profesor – Alumno



La interacción entre el Profesor y el Alumno tiene una única tarea, cuyo nombre es: desarrollo. Precisamente el desarrollo debe formar las relaciones entre ellos. Todo lo demás es, como dicen, retórica.
Si el Alumno no comprende qué es el desarrollo, entonces gasta su tiempo y energía en el seguimiento de una experiencia ajena sin formar la propia. Y esto significa que simplemente cumple con la función de participante en un proyecto, trabajando para el Egrégor y, al final, puede que obtenga una forma más perfecta, pero que permanecerá incomprensible para él mismo.
Por lo tanto, vale la pena comprender en qué consiste la esencia. Sin embargo, por muy extraño que parezca, no puede ser comprendida debido a una sola razón: la idea misma de la conexión entre “Profesor y Alumno” es imposible en las condiciones de vida actuales del ser humano. Primero, que el Profesor sea capaz de mantener realmente el papel de Profesor en condiciones temporales y espaciales alteradas, lo que sería más una excepción que una regla. Es que el Profesor no es la persona que enseña al Alumno. Aquí, ante todo, es importante la presencia de un Alumno que sea capaz de aprender. Resulta que el Profesor se ve obligado a hacer mucho de lo que, al fin y al cabo, no tendrá el efecto necesario. Y éste tiene que considerar el proceso desde el punto de vista del trabajo con el espacio de la persona que entrena hasta el momento en que se exprese, es decir, hasta que se convierta, de hecho, en Alumno.
El Profesor construye al Alumno, le abre los enlaces internos, organiza su espacio interno y externo; no le enseña, simplemente, algunos ejercicios, denominándolos con diversos nombres bonitos. Pero no basta sólo con que esté obligado a ser realmente capaz de hacer esto, sino que además debe continuar el proceso en sí mismo y tener condiciones que le permitan hacerlo con su Alumno. Aunque, incluso si el Alumno entrenara con su Profesor cuatro horas por día, le quedarían unas veinte horas más, donde la proporción 1 a 5 es bastante asimétrica. En este caso aún no existe lo que se puede, e incluso es necesario, controlar, puesto que el que entrena desde un principio no representa un número entero, no tiene unidad.
Y el problema aquí no consiste en que sea imposible controlar a alguien, sino en que si el alumno no ha construido la Geometría y el Eje correctos (lo que de hecho le hace ser un Alumno), entonces será incapaz de percibir la conexión y seguirla.
Ante el Alumno está presente la tarea principal: construir la experiencia de ser Alumno. La siguiente tarea es perfeccionarse, concebir conscientemente esta experiencia. Es decir, convertirse en Maestro. El Alumno-Maestro es el que ha concebido su experiencia o se encuentra en una forma transformada e inmutable. En otras palabras, la reestructuración posee cierta constante.
La interacción “Profesor – Alumno” es una interacción bastante imperfecta, en la que sobre la imperfección del Profesor se agrega la imperfección del Alumno y la imperfección del espacio. Precisamente con esto hay que trabajar. El Profesor debe trabajar en su imperfección relacionada con la enseñanza, en la que el factor más importante es la responsabilidad. El Alumno tiene que trabajar en la imperfección de su consciencia, energía y cuerpo. Juntos, ellos deben trabajar en la imperfección del espacio.
Por eso, de hecho, se crea también el Egrégor que ayuda al Profesor a interactuar con el Alumno, y al Alumno a usar la experiencia del Profesor, de la escuela o la Tradición. Lo más peligroso surge cuando el Profesor empieza a enseñar a alguien que todavía no se ha convertido en Alumno, imponiendo, de hecho, el juego de “Profesor – Alumno”. Para evitar esto, el Profesor debe crear condiciones para la comprensión, en cuyos límites la persona que entrena debe más aceptar que comprender las etapas de interacción.
Etapas de interacción:
Ayudar a la persona que entrena a ganar nueva experiencia de una existencia en la que el desarrollo se considera como el único e indiscutible valor para el ser humano.
Mostrarle la diferencia entre ejercicios, entrenamientos, práctica y permanecer en el desarrollo.
Ayudar a la persona que entrena a permanecer en una nueva, desconocida hasta ese momento, experiencia (no menos de tres años).
Identificar y eliminar faltas, defectos y aspectos problemáticos.
Guiar a la persona que entrena al estado de Naturalidad como un proceso energético específico. En este proceso, en el interior surge el apoyo que puede ser aumentado y desarrollado.
Llevar a la persona que entrena a la comprensión de la esencia de qué y por qué se está desarrollando. De lo contrario no comprenderá qué es lo que debe aumentar y sólo aprenderá cierto conjunto de ejercicios que no podrán asegurar a la persona que entrena condiciones en las que logre convertirse en Alumno.



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