Tai chi Córdoba - Escuela Yang Wudang |
Muchos
libros nos explican mil y una forma de eliminar la tensión, aunque a veces es
complicado encontrar cómo hacerlo en uno mismo.
Explicarlo
no es sencillo porque pasa por describir lo que sucede cuando llegas a ese
"clic" que te ayuda a destensarte; y eso que se siente no es
definible con palabras.
Destensar el cuerpo NO es dejarlo flojo y abandonado, al contrario, es hacerse más consciente de él, percibir cómo está; con una respiración larga, pausada y profunda, que actúe como fuelle en todo el cuerpo y después de hacernos conscientes de esa tensión, soltar, como si fuésemos una botella con gas y dejamos que ese gas se vaya.
Eso hace que "crezcamos", porque al relajar los músculos y las articulaciones, se estiran, se reubican.
Destensar el cuerpo NO es dejarlo flojo y abandonado, al contrario, es hacerse más consciente de él, percibir cómo está; con una respiración larga, pausada y profunda, que actúe como fuelle en todo el cuerpo y después de hacernos conscientes de esa tensión, soltar, como si fuésemos una botella con gas y dejamos que ese gas se vaya.
Eso hace que "crezcamos", porque al relajar los músculos y las articulaciones, se estiran, se reubican.
Si
se está tumbado el cuerpo pide estirarse: quizá primero la espalda, las
piernas, cuello, brazos... La respiración ayuda a quitar la tensión y a su vez
el relajarnos ayuda a que la respiración sea cada vez más energética, profunda.
La
corriente, qi, acabará por llegar a todos los rincones.
Pero
hay otra tensión más complicada de tratar: la mental.
De
hecho, liberar de tensión la mente, libera de tensión el cuerpo (y de rebote el
alma).
Somos auténticos ‘rumiantes de pensamientos’: qué hacer, qué no hacer, qué pensar, qué sentir... o no... Películas varias de probabilidades en la cabeza...A ver, pensar no es malo, que hay que arreglar la vida de cada día, hablo de la cháchara mental que no soluciona nada y te hace sentir mal.
La destensión mental suele pasar por parar en seco el pensamiento rumiado: no voy a seguir con este pensamiento, punto.
Tenemos que tratarlo como a un hijo que está incordiando y molesta, en este caso a nosotros. Podemos dejar que incordie y todos sabemos por ejemplo qué es un niño incordiando en un restaurante no dejando comer tranquilo a nadie... genera rechazo.
Somos auténticos ‘rumiantes de pensamientos’: qué hacer, qué no hacer, qué pensar, qué sentir... o no... Películas varias de probabilidades en la cabeza...A ver, pensar no es malo, que hay que arreglar la vida de cada día, hablo de la cháchara mental que no soluciona nada y te hace sentir mal.
La destensión mental suele pasar por parar en seco el pensamiento rumiado: no voy a seguir con este pensamiento, punto.
Tenemos que tratarlo como a un hijo que está incordiando y molesta, en este caso a nosotros. Podemos dejar que incordie y todos sabemos por ejemplo qué es un niño incordiando en un restaurante no dejando comer tranquilo a nadie... genera rechazo.
¿A
qué sí?
Según
lo que tengamos en la cabeza estamos irritables, tristes, enfadados...ese es el
rechazo a lo que tengamos en la cabeza.
Paremos el incordio pues: el entorno se relaja y el propio niño va aprehendiendo que hay un comportamiento para cada situación.
Paremos el incordio pues: el entorno se relaja y el propio niño va aprehendiendo que hay un comportamiento para cada situación.
Volverá
a la carga cuando menos te lo esperas e incluso con más insistencia, de ahí la
importancia de ser ‘firmes’.
Ojo,
firmes, no inflexibles; porque a veces a los niños hay que dejarlos incordiar
un poco para que ellos mismos se liberen, pero entonces hay que canalizar ese
incordio hacia donde no moleste (como la entrada del restaurante que nosotros
controlamos desde nuestra mesa).
Te hacen daño, te sientes mal, quieres y necesitas sentirte mal.
Te hacen daño, te sientes mal, quieres y necesitas sentirte mal.
Perfecto.
Lloras,
te enfadas...
Pero
aquí es importante tener claro que se trata de canalizar esa tensión de
pensamiento, no se trata de canalizarte a tí metiéndote en una espiral que
acaba afectando a toda tu vida.
Una
vez canalizada esa tensión tenemos que volver a nuestro ser, que en su esencia
es una botella vacía ( cada uno con su estilo: de vidrio, de plástico, grande,
roja...) pero vacía; la hemos ido llenando nosotros y los que nos rodean; y nos
hemos ido colocando donde queríamos o donde nos han puesto.
A veces es bueno verse desde la perspectiva de una obra teatral: ser espectador de uno mismo, contemplándote desde la tranquila y cómoda butaca de un teatro, que te permite juzgar, criticar, reír y llorar...hasta que termina la obra, vuelves a tu vida y lo sentido queda en el recuerdo sin afectarte en el futuro.
Lo que hay que tener presente es que todo esto pasa por una búsqueda y una práctica personal, en plan egoísta total, así lo digo.
A veces es bueno verse desde la perspectiva de una obra teatral: ser espectador de uno mismo, contemplándote desde la tranquila y cómoda butaca de un teatro, que te permite juzgar, criticar, reír y llorar...hasta que termina la obra, vuelves a tu vida y lo sentido queda en el recuerdo sin afectarte en el futuro.
Lo que hay que tener presente es que todo esto pasa por una búsqueda y una práctica personal, en plan egoísta total, así lo digo.
Para
dejar de fumar, primero hay que querer dejar de fumar, pero tú tienes que
querer hacerlo; no llega con decir que se quiere hacerlo.
Sin
esa intención real, sincera y auténtica lo demás...¿para qué?
Más
ejemplos: niño incordiando y le decimos un "para quieto" sin mirarlo
siquiera; parece que hacemos algo, pero no.
Quiero
dejar de sufrir porque alguien me ha dicho algo que me hiere, pero quiero y
necesito que el otro cambie su actitud... si al otro le importa un bledo aún
nos vamos a sentir peor; plantéate que te hace daño porque se lo permites y ni
pienses en lo que debería hacer o no el otro.
Feliz NO pelea con nosotros mismos.
Feliz NO pelea con nosotros mismos.
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