domingo, 27 de abril de 2014
sábado, 26 de abril de 2014
Dia Mundial del Tai Chi Y el Chi Kung
EN EL DÍA INTERNACIONAL DEL TAI CHI CHUAN LA MEJOR PRÁCTICA PARA TODOS.
INSPIRO PAZ...EXHALO PAZ,
INSPIRO AMOR...EXHALO AMOR,
INSPIRO COMPASIÓN...EXHALO COMPASIÓN,
INSPIRO ALEGRÍA...EXHALO ALEGRÍA.
YO SOY UNA FUENTE INAGOTABLE DE ENERGÍA FLUYENDO AL UNÍSONO CON EL UNIVERSO.
NAMASTE!!!
NAMASTE!!!
jueves, 17 de abril de 2014
Los 'maestros locos'
Los
“maestros locos” eran venerados como santos mendicantes los cuales habían
desarrollado tal comunión con el Tao que esa sabiduría les había secuestrado la
razón. Desde que, siglos atrás, los místicos taoístas se echaran a los caminos
en pos de alcanzar la Realización Espiritual, en china, dar limosna a los
pobres era considerado un gesto de bienaventuranza pues contribuía a facilitar
el camino de un santo, con las bendiciones personales que ello reportaba.
Contrariamente a las leyes del mundo de fuera, los maestros locos habitaban su
propio reino siguiendo los decretos del Tao, disolviendo la aparente dualidad
del Yin y del Yang. El anhelo por alcanzar la Unicidad con el Tao era más
fuerte en ellos que el hambre o la sed, y su pasión no tenía fronteras,
entrando Tai-Chi cada día, haciendo de su forma una meditación en movimiento
que se asemejaba a la danza de la vida.
Los maestros locos eran como peregrinos por este mundo. Cuando te miraban no sabías bien quién te observaba. Cuando les hablabas, no acertabas a adivinar dónde estaban. Ellos habían subido al cielo, pero sus almas, llegado el momento, se negaban a bajar, y aquí se percibía como locos extraños que te asustaban y a los que se debía respetar, pues su locura no era demencia, sino Iluminación y santidad. Ellos habían descubierto los secretos de este mundo, habían hecho caer los velos de sus ojos y habían podido mirar la Realidad. Y la Realidad les había secuestrado para no regresar jamás.
Así, en cierta ocasión, un joven descarado, al ver a uno de estos maestros realizar una forma de Tai-Chi muy extravagante y desconocida para él, se le acercó y le dijo: - Oiga, ¿qué está haciendo? ¡Eso no es Tai-Chi! ¿De qué manicomio se ha escapado? – a lo que el maestro contestó: - No me he escapado de ningún manicomio, ¡me han echado! Cuando los enfermos me veían practicar, sanaban. Pero cuando los cuerdos practicaban conmigo, perdían la razón y se volvían locos. Así, cierto día, alguien me abrió las puertas y me dijo, ¡sal! Aquí ya no haces falta. Ahora ve y contagia tu locura al mundo, porque este mundo está falto de locos como tú, y ésa es su enfermedad
Los maestros locos eran como peregrinos por este mundo. Cuando te miraban no sabías bien quién te observaba. Cuando les hablabas, no acertabas a adivinar dónde estaban. Ellos habían subido al cielo, pero sus almas, llegado el momento, se negaban a bajar, y aquí se percibía como locos extraños que te asustaban y a los que se debía respetar, pues su locura no era demencia, sino Iluminación y santidad. Ellos habían descubierto los secretos de este mundo, habían hecho caer los velos de sus ojos y habían podido mirar la Realidad. Y la Realidad les había secuestrado para no regresar jamás.
Así, en cierta ocasión, un joven descarado, al ver a uno de estos maestros realizar una forma de Tai-Chi muy extravagante y desconocida para él, se le acercó y le dijo: - Oiga, ¿qué está haciendo? ¡Eso no es Tai-Chi! ¿De qué manicomio se ha escapado? – a lo que el maestro contestó: - No me he escapado de ningún manicomio, ¡me han echado! Cuando los enfermos me veían practicar, sanaban. Pero cuando los cuerdos practicaban conmigo, perdían la razón y se volvían locos. Así, cierto día, alguien me abrió las puertas y me dijo, ¡sal! Aquí ya no haces falta. Ahora ve y contagia tu locura al mundo, porque este mundo está falto de locos como tú, y ésa es su enfermedad
Intención
-Maestro ¿importa
mucho la intención que tenemos cuando practicamos Tai Chi Chuan?
-Pues verás, hijo mío, cuando realizo las formas
de nuestra escuela, secretamente busco acercarme al Tao. Mi práctica no es
ningún deporte. No deseo embellecer mi cuerpo, ni sacar beneficio económico, ni
creerme otra cosa que no soy, sino unir mi mente con la Inmensidad, de la que
soy fiel amante y devoto. Aunque externamente dos personas puedan estar
realizando aparentemente lo mismo, ya ves qué diferencia hay en su interior.
martes, 8 de abril de 2014
LOS TRES TESOROS
jueves, 3 de abril de 2014
“Toma un sorbo de Té”
En chino, la palabra Kung Fu
tiene un significado mucho más amplio que el de las artes del combate. Por
ejemplo, si un cocinero lleva a la mesa un platillo especialmente elaborado o
exquisito, se dice: “¡El cocinero tiene muy buen Kung Fu!” Al admirar la obra
de un artesano – por ejemplo un dragón magistralmente tallado en madera – se
exclama, “¡El hacer esta obra de arte requirió de mucho Kung Fu!"
Un día, siendo un
principiante, tomaba té con mi maestro. Habíamos terminado una clase de
medicina tradicional. Algunas semanas antes había tomado clases de rituales
antiguos y de historia, y ahora me enteraba de que empezaríamos a estudiar la
ceremonia del té. Pregunté qué tenía que ver todo aquello con el hecho de
entrenar Kung Fu.
Mi maestro puso un poco de
té en mi taza y me dijo: “Toma un sorbo de té, pero no pongas atención a nada
más que a la sensación de calor dentro de tu boca. Olvida todas las demás
características del té, el sabor, el olor, todo. Sólo pon atención al calor”.
Traté de hacer como me pedía y después de esto, me volvió a decir: “Ahora toma
otro sorbo, pero pon sólo atención al sabor amargo del té”.
Después siguieron otros
veintiséis sorbos y en cada ocasión debía pasar mi atención a un nuevo punto:
el sabor herbal del té, su color pálido, el peso de la taza en mi mano, las
figuras que el vapor dibujaba en el aire, el calor de la taza en mis dedos, el
sonido de la taza contra el plato, los reflejos de la luz en la superficie
líquida. En cada ocasión me daba cuenta de algo que nunca había percibido
antes, y fue como si de repente pudiera ver de lado, desde arriba y desde atrás
una pintura de la cual tan sólo conociera su superficie.
Volvió a llenar mi taza y
me dijo: “Ahora, toma un sorbo de té. Si puedes hacerlo, estarás haciendo Kung
Fu”. Y añadió, “Desde luego, puedes practicar Kung Fu en un combate, porque el
combate te orilla a un nivel de atención poco común, donde cada detalle de lo
que pasa a tu alrededor es esencial: cada movimiento, cada respiración. En el
combate, todas las cosas que regularmente son inconscientes de pronto saltan a
la conciencia. Pero en realidad puedes practicar el Kung Fu en todas las cosas:
caminando por un parque, escribiendo una carta, conversando con un amigo, o
incluso tomando una taza de té. Kung Fu no es algo que haces, sino la manera en
la que lo haces. Es el arte de la perfección, el arte de la Profundidad”.
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