En chino, la palabra Kung Fu
tiene un significado mucho más amplio que el de las artes del combate. Por
ejemplo, si un cocinero lleva a la mesa un platillo especialmente elaborado o
exquisito, se dice: “¡El cocinero tiene muy buen Kung Fu!” Al admirar la obra
de un artesano – por ejemplo un dragón magistralmente tallado en madera – se
exclama, “¡El hacer esta obra de arte requirió de mucho Kung Fu!"
Un día, siendo un
principiante, tomaba té con mi maestro. Habíamos terminado una clase de
medicina tradicional. Algunas semanas antes había tomado clases de rituales
antiguos y de historia, y ahora me enteraba de que empezaríamos a estudiar la
ceremonia del té. Pregunté qué tenía que ver todo aquello con el hecho de
entrenar Kung Fu.
Mi maestro puso un poco de
té en mi taza y me dijo: “Toma un sorbo de té, pero no pongas atención a nada
más que a la sensación de calor dentro de tu boca. Olvida todas las demás
características del té, el sabor, el olor, todo. Sólo pon atención al calor”.
Traté de hacer como me pedía y después de esto, me volvió a decir: “Ahora toma
otro sorbo, pero pon sólo atención al sabor amargo del té”.
Después siguieron otros
veintiséis sorbos y en cada ocasión debía pasar mi atención a un nuevo punto:
el sabor herbal del té, su color pálido, el peso de la taza en mi mano, las
figuras que el vapor dibujaba en el aire, el calor de la taza en mis dedos, el
sonido de la taza contra el plato, los reflejos de la luz en la superficie
líquida. En cada ocasión me daba cuenta de algo que nunca había percibido
antes, y fue como si de repente pudiera ver de lado, desde arriba y desde atrás
una pintura de la cual tan sólo conociera su superficie.
Volvió a llenar mi taza y
me dijo: “Ahora, toma un sorbo de té. Si puedes hacerlo, estarás haciendo Kung
Fu”. Y añadió, “Desde luego, puedes practicar Kung Fu en un combate, porque el
combate te orilla a un nivel de atención poco común, donde cada detalle de lo
que pasa a tu alrededor es esencial: cada movimiento, cada respiración. En el
combate, todas las cosas que regularmente son inconscientes de pronto saltan a
la conciencia. Pero en realidad puedes practicar el Kung Fu en todas las cosas:
caminando por un parque, escribiendo una carta, conversando con un amigo, o
incluso tomando una taza de té. Kung Fu no es algo que haces, sino la manera en
la que lo haces. Es el arte de la perfección, el arte de la Profundidad”.
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