sábado, 15 de noviembre de 2025

La Práctica Marcial Es "Interacción"

La Práctica Marcial Es "Interacción".

 Es un hecho que el progreso en un arte marcial implica necesariamente la asimilación de un número considerable de elementos: posturas correctas, gestos precisos, movimientos exactos, una clara percepción del espacio y el tiempo, etc. Todos estos elementos se encuentran, en gran medida, en las formas marciales que nos han sido transmitidas.

Sin embargo, nadie puede creer que la transmisión de una disciplina, nacida para sobrevivir en un combate físico, pueda darse únicamente mediante el aprendizaje de formas.

Esta premisa, que el sentido común sugiere como aceptable (si no irrefutable), no parece socavar las certezas de quienes basan su enseñanza exclusivamente en la repetición monótona de una o más rutinas codificadas; es decir, secuencias que consisten en actitudes motoras y posturales que a veces degeneran en simples movimientos marciales y, otras veces... ni siquiera eso. De hecho, se presentan como movimientos gratuitos, casi rituales, gestos con un significado insondable y misterioso. Esto, reconozcámoslo, ocurre principalmente en la práctica del Taijiquan, una disciplina donde prevalece un marcado sesgo pedagógico.

Pero el Taijiquan nació como arte marcial, y si no queremos distorsionarlo, debe seguir enseñándose sin sacrificar su esencia marcial. No importa si quienes lo practican se sintieron atraídos exclusivamente por sus beneficios para la salud y no esperaban sufrir una agresión física. Por otro lado, existen muchas maneras de interactuar con un oponente ficticio; se puede interactuar con otros sin riesgo de lesiones, de forma amistosa o, si se prefiere, colaborativa.

Todos los grandes maestros siempre han reiterado que la práctica del Taiji es verdaderamente beneficiosa cuando es equilibrada; es decir, cuando no se descuida ninguno de sus aspectos distintivos.

Sabemos que el movimiento del Taijiquan debe demostrar constantemente la alternancia y coexistencia del Yin y el Yang: por un lado, el cuerpo se relaja y la mente se aquieta; Por otro lado, la estructura es completa y la intención es sumamente activa.

Si el Taiji se practica únicamente como un "ejercicio lento en solitario", será difícil activar la intención capaz de guiar la energía interna, y aún menos probable que esta energía se convierta en "fuerza interna".

Sin intención, el movimiento no puede ser más que un "fin en sí mismo" y estará marcado por un desequilibrio entre Yin y Yang: no habrá suavidad, solo debilidad, y la búsqueda de plenitud se manifestará únicamente como rigidez.

El estudio de la forma debe complementarse adecuadamente con la comprensión de sus aplicaciones marciales y, sobre todo, con la práctica asidua del trabajo con compañero, comenzando con pruebas para verificar la congruencia de la integridad estructural del compañero y con ejercicios cíclicos, comenzando con el tuishou. La técnica práctica es esencial para aprender a «escuchar la fuerza» (Ting Jin), a «comprenderla» (Dong Jin), a neutralizarla (Hua Jin) y, finalmente, a emitirla (Fa Jin).

Cualquier arte marcial encuentra su plena expresión únicamente en la interacción con el «otro».

Sin estudiar este aspecto fundamental, el Taiji se aprende solo en una pequeña parte: la externa o «coreográfica». Por lo tanto, se convierte en una disciplina mutilada, un arte degradado, una forma suave (e insípida) de gimnasia, que no puede proporcionar a los practicantes ni siquiera los beneficios por los que buscaron esta disciplina.

Fuente: Fajin - Taijiquan & Cultura orientale

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