La soledad no es vacío, no es ausencia. Es espacio. Es profundidad.
En la práctica del Taijiquan, la soledad no es un retiro ni una desconexión del mundo, sino un lugar interno donde todo se vuelve claro, donde la respiración se alinea con el movimiento y el pensamiento deja de dispersarse.
El practicante la mayor parte de las veces se mueve solo, pero no se encuentra solo. Su cuerpo sigue el ritmo de algo más grande, algo que no se ve pero se siente, algo que resuena en el aire, en el suelo, en la quietud de la mañana antes de que el mundo despierte. En la soledad, la mente se vuelve como un lago tranquilo. Sin distracciones, sin palabras innecesarias, sin la urgencia de ser observado. Solo está el cuerpo, el aliento, el peso de los pies sobre la tierra y la suavidad de las manos que siguen una línea invisible.La práctica en solitario es una conversación con uno mismo y el silencio se vuelve como un maestro. No hay juicios, no hay comparaciones, solo el diálogo entre el cuerpo y la respiración. Cuando no hay nadie observando, no hay necesidad de demostrar nada. Cuando no hay ruido externo, el cuerpo escucha sus propios ritmos. Cuando la mente no busca respuestas afuera, las encuentra en su propio movimiento.
Zhuangzi hablaba de la gran tranquilidad dentro de la acción:
夫恬淡寂寞,虚无无为,此天地之平,而道德之至也
"La serenidad y el silencio, el vacío y el no hacer, son el equilibrio del Cielo y la Tierra, y la culminación del Dao y la virtud." (Zhuangzi, Cap. 13)
En la soledad del Taijiquan, no hay prisas. No hay interrupciones. Solo está el tiempo expandiéndose con cada movimiento. Cuando nos movemos en soledad, el tiempo se disuelve.
· No hay pasado que recordar, porque cada paso es nuevo.
· No hay futuro que anticipar, porque la respiración solo existe en el presente.
· No hay urgencia, porque no hay destino, solo el viaje de cada transición, de cada cambio de peso, de cada instante que fluye sin interrupción.
Este estado es la verdadera meditación en movimiento. La mente no se queda atrapada en pensamientos, solo sigue la continuidad del gesto. Cuando no hay espectadores, uno puede moverse sin el peso de la expectativa. Cuando no hay competencia, cada forma se convierte en un acto de pura expresión. Cuando la mente se aquieta, el cuerpo se vuelve ligero.
Encontramos nuestro equilibrio y, entonces, el espíritu no se apura. Sabe que cada práctica en soledad es un viaje hacia adentro, un refinamiento de la percepción, una exploración de la relación entre la quietud y el movimiento. Hay una idea errónea sobre la soledad: se cree que es separación, cuando en realidad es la experiencia más íntima de unión.
Cuando el practicante de Taijiquan está solo, su conexión con el mundo se intensifica. Cada brisa se siente en la piel. Cada sonido del entorno se vuelve parte del movimiento. Cada respiración se entrelaza con el aire que lo rodea. La soledad del practicante no es aislamiento, es el descubrimiento de que nunca ha estado separado del mundo.
Zhang Zai lo expresó en su filosofía del Qi (气):
宇宙便是吾心,吾心即是宇宙
"El universo es mi mente, y mi mente es el universo."
Si el universo y la mente son lo mismo, ¿cómo podría estar solo aquel que respira dentro del aliento del mundo?
La Maestría del Silencio
Los antiguos maestros no aprendieron en medio del ruido. Aprendieron en la montaña, en la naturaleza, en la repetición incansable de los movimientos sin necesidad de reconocimiento. La belleza de la soledad del practicante está en que no necesita testigos. El progreso no se mide por aplausos, sino por la profundidad de la percepción. Cuando la mente deja de buscar aprobación, la práctica se vuelve auténtica. Cuando la respiración y el movimiento se alinean, el tiempo deja de existir. Cuando la soledad se abraza sin miedo, el mundo entero entra en la práctica.
La soledad no es ausencia. Es el espacio donde la mente se vuelve clara, donde el cuerpo se vuelve ligero, donde el Taijiquan deja de ser solo una serie de movimientos y se convierte en una forma de estar en el mundo. Es en la soledad donde el practicante descubre que nunca ha estado solo.
Fuente: Paco Ladera
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