La calidad de un maestro
Todas las disciplinas de cuerpo y mente constituyen un viaje de redescubrimiento y autoconciencia. Por otro lado, no existe disciplina marcial ni técnica de meditación que no incluya entre sus herramientas básicas escucharse a uno mismo: vaciar la mente, dirigir la atención al cuerpo, su postura, tono muscular, respirar... En las artes marciales tradicionales todo esto existe, y siempre hay una actitud para comprender la presencia física de uno, el espacio que ocupa, el tiempo necesario para realizar el movimiento, solo o en interacción con el "otro". Mejorar la propiocepción, escuchar "verdaderamente" y "continuamente" es esencial para muchos aspectos: ante todo, porque de esta manera podemos poner la mente y el cuerpo en sintonía; lo mental y lo físico son ámbitos íntimamente conectados que influyen y condicionan mutuamente: ser capaces de armonizarlos, la mente se calma abajo y el cuerpo abandona todas esas tensiones inconscientes que innecesariamente gastan mucha energía. Saber escuchar no solo significa llegar a percibir, de una manera distinta y profunda, tu propio cuerpo físico; también significa "poner un guardián en la puerta de tus propios sentimientos", bajando la constante cháchara de la mente superficial, apagándolo para activar estados más profundos de autoconciencia. Desde un punto de vista muy práctico, madurar este tipo de conocimientos significa, en el marco de una disciplina marcial, estar en la condición de expresarse siempre mejor, por un lado con más efectividad y armonía, por el otro con mejor rendimiento y menos gasto energético. Porque, más que vigor y técnica, es el nivel de autoconciencia lo que distingue a un practicante modesto de un arte marcial de alto nivel. Tomado de la web
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