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Cuando, cada
tarde, se sentaba el gurú para las prácticas del culto, siempre andaba por
allí el gato del ashram distrayendo a los fieles.
De manera que
ordenó el gurú que ataran al gato durante el culto de la tarde.
Mucho después de
haber muerto el gurú, seguían atando al gato durante el referido culto.
Y cuando el gato
murió, llevaron otro gato al ashram para poder atarlo durante
el culto
vespertino.
Siglos más tarde,
los discípulos del gurú escribieron doctos tratados acerca del importante
papel que desempeña el gato en la realización de un culto como es debido.
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sábado, 14 de marzo de 2020
El gato del gurú
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