El
Maestro Yang Chengfu desarrolló el Tajiquan de la familia y realizó una
profunda transformación.
Cuenta la historia que en el año 1932 el Maestro
Yang Chengfu y su discípulo Fu Zhongwen (1903-1994) viajaron por China
enseñando Taijiquan, y en uno de estos viajes fueron a la ciudad de Guangzhou,
en la provincia de Guangdong, un día un Maestro de artes marciales llamado
Liu, y sus discípulos, fueron a la residencia del Maestro Yang. El Maestro Yang
cuando los recibió en el lugar donde se encontraba hospedado, observó cómo
era la indumentaria del Maestro Liu y dedujo que era un luchador de prestigio.
Cuando se encontraron, el Maestro Liu saludó al
Maestro Yang Chengfu y le dijo: `Es bien sabido que sus habilidades en el
Taijiquan son superiores a las de su familia, y por este motivo he venido hasta
aquí para poderlas ver.´ El Maestro Yang se dio cuenta que el Maestro Liu lo
estaba retando a un duelo y que el conflicto era inevitable. De repente el
Maestro Yang tubo una idea para evitar la pelea, y le pidió a su discípulo Fu
Zhongwen, que fuera a buscar un trozo de hilo algodón. El joven Fu quedo sorprendido
puesto que el hilo de algodón era una herramienta de formación solo entre los
discípulos internos del estilo Yang, y nunca antes se había demostrado fuera de
las enseñanzas internas.
El Maestro Yang realizó unos sencillos calentamientos
y tomó el hilo de algodón entre sus dedos pulgar e índice y preguntó: ¿Quién
tiene la fuerza para partir este trozo de algodón por la mitad?
Al escuchar esto el Maestro Liu se sintió
menospreciado y envió a uno de sus discípulos a superar el reto del Maestro Yang
Chengfu. El discípulo tomó el otro extremo del hilo del algodón y preguntó
¿Cuándo empezamos? El Maestro Yang respondió diciendo: ``Es completamente
tuyo´´. Después el discípulo tiró ferozmente del hilo, pero el Maestro Yang
seguía adherido a los movimientos del discípulo, de repente el discípulo invirtió
los movimientos de forma brusca y el Maestro Yang los siguió sin ninguna duda.
Esto duro varias rondas, sin que el discípulo fuera capaz de romperlo en dos.
El hilo de algodón seguía intacto a pesar de toda la fuerza que se había
aplicado. El Maestro Liu vio lo que estaba ocurriendo y le dio a su discípulo
que se retirara, con lo que el Maestro Liu empezó a calentar, dio saltos en el
aire y varias patadas espectaculares, después de esto saltó hacia el Maestro
Yang y tomó el otro extremo del hilo.
Liu realizó movimientos bruscos hacia atrás, hacia
delante, y a los lados, con mucha rapidez y de forma explosiva, sin embargo, el
Maestro Yang los seguía fácilmente, toda la ronda eran giros y movimientos muy
rápidos y bruscos por parte del Maestro Liu siendo seguidos totalmente por el
Maestro Yang, en todo este proceso, tanto el Maestro Liu como el Maestro Yang
no tuvieron contacto físico. Según cuentan los que lo pudieron ver, la forma en
que se movían era parecida a la luz cuando incide en un objeto, moviéndose el
objeto y la sombra por igual. Todos los asistentes quedaron maravillados por la
impresionante técnica del Maestro Yang. Durante toda la larga ronda el hilo no
se dobló ni se rompió. El Maestro Liu estaba completamente sin aliento y
cubierto de sudor, el Maestro Yang por el contrario estaba muy tranquilo y
relajado, sin signos de agotamiento. Al acabar, el Maestro Liu se dio cuenta de
la gran habilidad y maestría del Maestro Yang, y organizó un gran banquete en
honor del Maestro Yang, desde ese día los dos Maestros se convirtieron en
buenos amigos. De la misma forma que su abuelo y su padre habían hecho, él
había aprendido y desarrollado una gran habilidad en la comprensión, escucha y
seguimiento de la energía. Era capaz de adherirse y ceder a cada movimiento
del oponente sin gastar su energía, incluso esta historia hoy en día, de cómo
un trozo de hilo de algodón resistió todas las rondas sin romperse, es contada
por la comunidad de artes marciales de la región de Guangzhou.
Fuente: nota de Xavier Picas de la Revista
Dragón