martes, 10 de septiembre de 2019

El Maestro Yang Chengfu


El Maestro Yang Chengfu desarrolló el Tajiquan de la familia y realizó una profunda transformación.
Cuenta la historia que en el año 1932 el Maestro Yang Chengfu y su discípulo Fu Zhongwen (1903-1994) viajaron por China enseñando Taijiquan, y en uno de estos viajes fueron a la ciudad de Guangzhou, en la provincia de Guangdong, un día un Maes­tro de artes marciales llamado Liu, y sus discípulos, fueron a la residencia del Maestro Yang. El Maestro Yang cuando los re­cibió en el lugar donde se en­contraba hospedado, observó cómo era la indumentaria del Maestro Liu y dedujo que era un luchador de prestigio.
Cuando se encontraron, el Maestro Liu saludó al Maestro Yang Chengfu y le dijo: `Es bien sabido que sus habilidades en el Taijiquan son superiores a las de su familia, y por este motivo he venido hasta aquí para poderlas ver.´ El Maestro Yang se dio cuenta que el Maestro Liu lo estaba retando a un duelo y que el conflicto era inevitable. De repente el Maestro Yang tubo una idea para evitar la pelea, y le pidió a su discípu­lo Fu Zhongwen, que fuera a buscar un trozo de hilo algo­dón. El joven Fu quedo sor­prendido puesto que el hilo de algodón era una herramienta de formación solo entre los discípulos internos del estilo Yang, y nunca antes se había demostrado fuera de las en­señanzas internas.
El Maestro Yang realizó unos sencillos calentamien­tos y tomó el hilo de algodón entre sus dedos pulgar e ín­dice y preguntó: ¿Quién tiene la fuerza para partir este trozo de algodón por la mitad?
Al escuchar esto el Maes­tro Liu se sintió menospreciado y envió a uno de sus discípulos a superar el reto del Maestro Yang Chengfu. El discípulo tomó el otro extremo del hilo del algo­dón y preguntó ¿Cuándo empezamos? El Maestro Yang respondió diciendo: ``Es completamente tuyo´´. Después el discípulo tiró ferozmente del hilo, pero el Maestro Yang seguía adherido a los movimientos del discípulo, de repente el discípulo in­virtió los movimientos de forma brusca y el Maestro Yang los siguió sin ninguna duda. Esto duro varias rondas, sin que el discípulo fuera capaz de romperlo en dos. El hilo de algodón seguía intacto a pesar de toda la fuerza que se había aplicado. El Maestro Liu vio lo que estaba ocurriendo y le dio a su discípulo que se retirara, con lo que el Maestro Liu empezó a calentar, dio saltos en el aire y varias patadas es­pectaculares, después de esto saltó hacia el Maestro Yang y tomó el otro extremo del hilo.
Liu realizó movimientos bruscos hacia atrás, hacia delante, y a los lados, con mucha rapidez y de forma explosiva, sin embargo, el Maestro Yang los seguía fácilmente, toda la ronda eran giros y movimientos muy rápidos y bruscos por parte del Maestro Liu siendo seguidos totalmente por el Maestro Yang, en todo este proceso, tanto el Maes­tro Liu como el Maestro Yang no tuvieron contacto físico. Según cuentan los que lo pudieron ver, la forma en que se movían era parecida a la luz cuando incide en un objeto, moviéndose el objeto y la sombra por igual. Todos los asistentes quedaron maravillados por la impresionante técnica del Maestro Yang. Durante toda la larga ronda el hilo no se do­bló ni se rompió. El Maestro Liu estaba com­pletamente sin aliento y cubierto de sudor, el Maestro Yang por el contrario estaba muy tran­quilo y relajado, sin signos de agotamiento. Al acabar, el Maestro Liu se dio cuenta de la gran habilidad y maestría del Maestro Yang, y or­ganizó un gran banquete en honor del Maestro Yang, desde ese día los dos Maestros se con­virtieron en buenos amigos. De la misma for­ma que su abuelo y su padre habían hecho, él había aprendido y desarrollado una gran habi­lidad en la comprensión, escucha y seguimien­to de la energía. Era capaz de adherirse y ceder a cada movimiento del oponente sin gastar su energía, incluso esta historia hoy en día, de cómo un trozo de hilo de algodón re­sistió todas las rondas sin romperse, es contada por la comunidad de artes mar­ciales de la región de Guangzhou.

Fuente: nota de Xavier Picas de la Revista Dragón

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