En cierta ocasión,
un joven descarado, al ver a un maestro realizar una forma de Tai-Chi muy
extravagante y desconocida para él, se le acercó y le dijo:
- Oiga, ¿qué está
haciendo? ¡Eso no es Tai-Chi! ¿De qué manicomio se ha escapado?
A lo que el
maestro contestó:
- No me he
escapado de ningún manicomio, ¡me han echado!
Cuando los
enfermos me veían practicar, sanaban.
Pero cuando los
cuerdos practicaban conmigo, perdían la razón y se volvían tan locos como yo.
Así, cierto día,
alguien me abrió las puertas y me dijo:
- ¡Sal! Aquí ya no
haces falta. Ahora ve y contagia tu locura al mundo, porque este mundo está
falto de locos como tú. ¡Ésa es su enfermedad!