En El arte de la paz, Morihei Ueshiba afirma que la forma más elevada de la acción marcial es la que fluye sin oposición. La no-resistencia es precisión, presencia y sensibilidad despierta. Un principio técnico, espiritual y estratégico que transforma la energía del conflicto sin necesidad de enfrentarlo directamente.
“El arte de la paz no es fácil. Es una lucha, un movimiento contra el ego, contra la ambición, contra la agresión. Y esa lucha se da sin resistencia.”
Aplicar este principio requiere leer la intención del otro antes de que se manifieste, conectarse con su ritmo y redirigirlo desde el centro. El cuerpo no se endurece; se vuelve canal. La mente no reacciona; observa.
“Cuando un oponente viene hacia ti, no trates de chocar con su ataque. Recíbelo como se recibe a un invitado.”
Recibir con apertura implica estar completamente disponible en el momento presente. La técnica nace del vacío interior, no de la tensión. El movimiento se afina cuando desaparece la intención de imponerse.
“No luches contra la fuerza. Redirígela. Usa la fuerza del otro para resolver el conflicto sin dañarlo.”
Guiar sin fricción requiere presencia absoluta. La no-resistencia convierte la energía del otro en parte de la propia acción. No hay sometimiento ni evasión: hay claridad, control y dominio silencioso.
“Cuando el enemigo avanza, acércate. Cuando se retira, acompáñalo. Cuando se detiene, siéntate con él.”
El arte de la paz enseña a moverse en unidad con lo inevitable. En ese espacio sin choque, el aikidō revela su verdadera forma: armonía en movimiento.
Gabriel Benitez©

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