Perdidos en el ajetreo frenético del hacer, atrapados en los condicionamientos y mandatos familiares, sociales y culturales, esclavos de nuestros pensamientos, creencias, juicios y opiniones, sobrevivimos a nosotros mismos naufragando entre el estrés, la depresión y la enfermedad.
¿En qué momento me detengo, respiro, observo y libero mi ser de la carga pesada de la personalidad?
Más allá del ruido y el movimiento exterior, siempre hay silencio, un profundo y vasto silencio que lo contiene todo.
Ese espacio de silencio anterior a todo lo manifestado en el mundo siempre está ahí, disponible para nosotros, con su quietud y reposo. Cuando le abrimos la puerta a ese espacio, abrimos la puerta al vacío que todo lo contiene.
¿Cómo entrar en esa dimensión?
En estado de presencia, meditando en quietud o en movimiento.
La práctica del Tai Chi Chuan, mucho más que la ejecución de una forma, es desarrollar la consciencia en el presente, una posibilidad de meditar en movimiento.
Perseverando en la práctica, podemos tocar ese espacio interno de quietud, y descubrir la posibilidad de observar nuestro mundo interno y externo, con calma y ecuanimidad.
Fuente: Tai Chi Chuan y Chi Kung para la Salud en San Martín de los Andes
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