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EL EMPUJE DE MANOS, MODELO DE INTERACCIÓN Entrevista con Lauren Smith
Lauren Smith nació en Nueva York y empezó a practicar la lucha greco-romana en la adolescencia. Como no era de los más fuertes, tuvo que desarrollar la técnica, la mecánica corporal y el timing, la habilidad de actuar en el momento justo.
La sensación que se tiene al hacer empuje de manos contigo es de encontrarse con alguien muy “presente” (pesado, yang) pero que por dentro está “vacío” (escuchando, yin). ¿Qué piensas de la interpretación que se suele hacer de los clásicos de ser “yin” por fuera y “yang” por dentro?
No tiene por qué haber ninguna contradicción en esto. Resulta complicado, porque solemos asociar muchas cosas al yin y al yang. Si no tenemos muy claro a qué nivel y cómo hablamos del yin y el yang es fácil que haya malentendidos. Lo que estás diciendo es que mucha gente siente mi cuerpo físico como muy pesado, presente, sólido, es decir, yang. Esto puede ser así si se compara con otras personas a las que es muy difícil empujar porque se mueven con mucha velocidad o son muy flexibles. Su cuerpo físico se siente como algo muy suave, que cede, es decir, yin. Entonces mi cuerpo sólido tiene una calidad más yang en cuanto a solidez. Al mismo tiempo has descrito mi mente como yin. Mi mente está abierta y escucha. No se aleja y se acerca activamente, sino que está presente y lista para lo que venga.
Esta es una distinción muy importante e interesante que podemos hacer como humanos. No sólo estamos en contacto con el cuerpo del otro. Sentimos las tendencias de yin y yang en cuanto a la intención y la atención mental. No sé quién dijo que el exterior debía ser yin y el interior yang. Si es lo contrario de lo que la gente experimenta cuando me empuja, debe significar ser suave a nivel físico y fuerte, o yang en cierto sentido, a nivel mental. Quizá significa que debe haber una intención fuerte, o puede ser una forma de describir una mente centrada y consciente en un cuerpo flexible y que cede.
Cierto tipo de persona puede ocultar su fuerza yendo un paso por delante del contrario. Puede girar, ablandarse, ceder, bajar y retroceder (todo yin) sin dejar que el otro perciba dónde está realmente. Y de repente se vuelve muy yang, muy sólida. Esta persona no es totalmente yin, sólo esconde su yang esperando el preciso momento en que la postura y la alineación sean correctas para expresarlo. Oculta su centro al contrario. Yo hacía mucho ese tipo de empuje de manos, pero en mi opinión me hacía demasiado yin y no daba a los otros la oportunidad de sentir la mecánica corporal interna. Mucha gente trabaja la suavidad y el ceder pero les falta el equilibrio central. Yo dejo a mi cuerpo ser pesado y yang para que los otros sientan la estabilidad central y su conexión con el enraizamiento en la tierra.
Entrevista
Juanolo Gutiérrez