viernes, 21 de noviembre de 2025

Cuando Ya Sabés Lo Que Va A Pasar

Cuando Ya Sabés Lo Que Va A Pasar

Yomi (読み): leer al otro sin que lo note.

Ese es el verdadero poder.

Un niño hizo una travesura.

No lo viste.

Pero apenas entra a la habitación, lo sabés.

No dijo nada, no se delató.

Y, sin embargo, lo leíste entero.

Porque su cuerpo, su energía, su cara y su ritmo ya cambiaron.

Eso es yomi: la lectura profunda del otro sin depender de lo que dice ni hace.

En Budō, no se enseña con palabras.

Se entrena con atención.

Yomi no es adivinación: es observación milimétrica, conexión con el momento, interpretación sin prejuicio.

En el combate real, el que tiene yomi ve la intención antes que el ataque.

No reacciona: se adelanta.

En la vida, el que tiene yomi capta la tensión antes del grito.

El cambio de energía antes del problema.

La mentira antes de la excusa.

¿Y cómo se entrena?

Mirando.

Escuchando.

Fallando muchas veces hasta que un día, sin esfuerzo, lo ves.

Y sabés.

Porque cuando desarrollás yomi… el silencio del otro ya te está hablando. 

Fuente: Gabriel Benítez©

sábado, 15 de noviembre de 2025

La Práctica Marcial Es "Interacción"

La Práctica Marcial Es "Interacción".

 Es un hecho que el progreso en un arte marcial implica necesariamente la asimilación de un número considerable de elementos: posturas correctas, gestos precisos, movimientos exactos, una clara percepción del espacio y el tiempo, etc. Todos estos elementos se encuentran, en gran medida, en las formas marciales que nos han sido transmitidas.

Sin embargo, nadie puede creer que la transmisión de una disciplina, nacida para sobrevivir en un combate físico, pueda darse únicamente mediante el aprendizaje de formas.

Esta premisa, que el sentido común sugiere como aceptable (si no irrefutable), no parece socavar las certezas de quienes basan su enseñanza exclusivamente en la repetición monótona de una o más rutinas codificadas; es decir, secuencias que consisten en actitudes motoras y posturales que a veces degeneran en simples movimientos marciales y, otras veces... ni siquiera eso. De hecho, se presentan como movimientos gratuitos, casi rituales, gestos con un significado insondable y misterioso. Esto, reconozcámoslo, ocurre principalmente en la práctica del Taijiquan, una disciplina donde prevalece un marcado sesgo pedagógico.

Pero el Taijiquan nació como arte marcial, y si no queremos distorsionarlo, debe seguir enseñándose sin sacrificar su esencia marcial. No importa si quienes lo practican se sintieron atraídos exclusivamente por sus beneficios para la salud y no esperaban sufrir una agresión física. Por otro lado, existen muchas maneras de interactuar con un oponente ficticio; se puede interactuar con otros sin riesgo de lesiones, de forma amistosa o, si se prefiere, colaborativa.

Todos los grandes maestros siempre han reiterado que la práctica del Taiji es verdaderamente beneficiosa cuando es equilibrada; es decir, cuando no se descuida ninguno de sus aspectos distintivos.

Sabemos que el movimiento del Taijiquan debe demostrar constantemente la alternancia y coexistencia del Yin y el Yang: por un lado, el cuerpo se relaja y la mente se aquieta; Por otro lado, la estructura es completa y la intención es sumamente activa.

Si el Taiji se practica únicamente como un "ejercicio lento en solitario", será difícil activar la intención capaz de guiar la energía interna, y aún menos probable que esta energía se convierta en "fuerza interna".

Sin intención, el movimiento no puede ser más que un "fin en sí mismo" y estará marcado por un desequilibrio entre Yin y Yang: no habrá suavidad, solo debilidad, y la búsqueda de plenitud se manifestará únicamente como rigidez.

El estudio de la forma debe complementarse adecuadamente con la comprensión de sus aplicaciones marciales y, sobre todo, con la práctica asidua del trabajo con compañero, comenzando con pruebas para verificar la congruencia de la integridad estructural del compañero y con ejercicios cíclicos, comenzando con el tuishou. La técnica práctica es esencial para aprender a «escuchar la fuerza» (Ting Jin), a «comprenderla» (Dong Jin), a neutralizarla (Hua Jin) y, finalmente, a emitirla (Fa Jin).

Cualquier arte marcial encuentra su plena expresión únicamente en la interacción con el «otro».

Sin estudiar este aspecto fundamental, el Taiji se aprende solo en una pequeña parte: la externa o «coreográfica». Por lo tanto, se convierte en una disciplina mutilada, un arte degradado, una forma suave (e insípida) de gimnasia, que no puede proporcionar a los practicantes ni siquiera los beneficios por los que buscaron esta disciplina.

Fuente: Fajin - Taijiquan & Cultura orientale

viernes, 14 de noviembre de 2025

La Psicología De Los Movimientos: Peng, Lu, Ji Y An, Como Estados Del Ser

La Psicología De Los Movimientos: Peng, Lu, Ji Y An, Como Estados Del Ser

 

El Taijiquan, en su esencia más profunda, trasciende la categorización de arte marcial o disciplina de la salud para revelarse como una filosofía encarnada. Es un estudio en movimiento sobre la naturaleza de la realidad, la interacción y la conciencia. Dentro de su vasto léxico de principios, emergen cuatro destrezas o estados fundamentales que constituyen el núcleo de su práctica: Peng, Lu, Ji y An. A menudo descritas como fuerzas mecánicas —desviar, ceder, presionar y empujar—, esta interpretación meramente física oculta su verdadera profundidad. Estas cuatro "fuerzas" son, ante todo, estados psicológicos y sensoriales; son ecologías internas de la mente y el espíritu desde las cuales la acción mecánica emerge de forma natural y espontánea.

El desarrollo de estas capacidades no se limita al tui shou (empuje de manos) o a la ejecución de la forma; se cultiva en la quietud de la percepción. Son, en efecto, un mapa para la unificación de la intención (Yi), la energía (Qi) y la manifestación física (Li).

El Fundamento Dual: Adherencia y Transformación

De estas cuatro destrezas, dos son las raíces primordiales de las que brotan todas las demás: Peng y Lu. Representan la polaridad fundamental del Yin y el Yang, no como opuestos, sino como socios inseparables en la danza de la existencia.

Peng (adherirse): La Mente Propósitiva y la Escucha Activa

Peng es el estado de adherencia consciente. Es la habilidad de estar presente, de conectar y de "escuchar" (Ting Jin) con la totalidad del ser. Es mucho más que una simple fuerza expansiva o de "desvío"; es una cualidad de atención plena e intencional. Peng es la capacidad de prestar una atención cuidadosa, momento a momento, a la realidad tal como se presenta, pero con un claro sentido de propósito e integridad estructural.

Imaginemos el agua. El agua posee Peng: es absolutamente receptiva, cede a la menor presión, pero al mismo tiempo es incompresible y sostiene. Esta es la cualidad psicológica de Peng: una mente que es a la vez vasta, abierta y receptiva, pero que mantiene una conexión elástica e inquebrantable con su propio centro y su intención. No es una barrera rígida, sino una esfera de conciencia expansiva.

En este estado de adherencia, uno no se resiste ni colapsa. Simplemente está con. Es la base de toda sensibilidad. Sin Peng, no hay información. Es la cualidad de la conexión empática, la capacidad de permanecer vinculado a una situación, un desafío o a otra persona sin perderse en ella. Es el "hilo" de la conciencia.

Lú (cambiar): La Inteligencia de la Transformación

Si Peng es la pregunta, Lu es la respuesta. Lu es el estado de cambio, modificación y transformación. Es la inteligencia fluida que surge de la escucha de Peng. Cuando Peng detecta una fuerza o una intención, Lu es la capacidad de ceder, adaptarse y redirigir esa energía, no como un acto de debilidad o evasión, sino como un acto de sabiduría suprema.

Lu es el arte de disolver la resistencia. Psicológicamente, Lu representa la flexibilidad mental, la ausencia de rigidez y la liberación del ego. Es la capacidad de soltar un plan preconcebido, una creencia fija o una postura defensiva cuando la información recibida (a través de Peng) indica que esa postura ya no sirve.

Este estado de "cambio" no es aleatorio; está guiado por un principio superior: la búsqueda de un beneficio mayor. Lu transforma el conflicto potencial en una oportunidad. Al ceder inteligentemente, uno desactiva la agresión, neutraliza la fuerza bruta y crea un nuevo camino donde antes solo había un bloqueo. Es la puerta giratoria que utiliza el impulso del otro para abrirse.

La Dinámica de la Seda: El Vínculo con Chansijin

La interacción entre Peng y Lu es la esencia misma del Chansijin, o "energía del devanado de la seda". El Chansijin es el movimiento espiral y continuo que unifica todo el cuerpo y conecta cada acción. Es la manifestación física del flujo ininterrumpido del Qi.

En este flujo, Peng es el principio de adherencia que mantiene el hilo de seda intacto. Es la conexión constante que asegura que el flujo de conciencia y energía nunca se rompa. Sostiene la dirección del movimiento, el propósito del flujo. Sin Peng, el hilo se corta; la conexión se pierde.

Lu es la rotación y el giro del hilo. Es la cualidad espiral que permite que la fuerza sea recibida, absorbida, transformada y redirigida sin romperse. Lu es el cambio constante de Yin a Yang a lo largo de la estructura espiral del cuerpo y la mente.

Por lo tanto, sostener Peng es fundamental para guiar el flujo del Chansijin hacia un propósito mayor. Es la adherencia a la intención lo que permite que la transformación de Lu sea estratégica y beneficiosa, en lugar de caótica.

La Expresión de la Intención: Ji y An

Si Peng y Lu son los estados fundamentales de percepción y adaptación (el Yin), Ji y An son los estados primarios de expresión y aplicación (el Yang). Emergen naturalmente de la base sensible creada por los dos primeros.

Ji (presionar): La Convergencia del Propósito

Ji es el estado de presionar o converger. Nace de la plataforma estable de Peng y la oportunidad creada por Lu. Es una fuerza unificada, donde la energía de todo el cuerpo se concentra y se dirige hacia un único punto. Mecánicamente, es una proyección hacia adelante, a menudo en una línea directa.

Psicológicamente, Ji es el estado de enfoque comprometido. Es la capacidad de tomar la conciencia expansiva de Peng y la adaptabilidad de Lu y canalizarlas hacia una decisión o acción singular y clara. Representa la claridad de intención, la unidad de propósito y la capacidad de "hacer un punto" con todo el ser. Es la expresión de la voluntad sin esfuerzo, ya que no se origina en la fuerza muscular, sino en la alineación precisa de la estructura y la intención.

An (recogerse): La Consolidación y la Liberación

An, a menudo traducido como "empujar hacia abajo", posee una cualidad psicológica más sutil: la de recogerse o asentarse. Es el acto de reunir, consolidar y enraizar la energía antes de expresarla. Mientras que Ji es una proyección lineal, An es una onda expansiva que surge de una profunda conexión con la tierra.

El estado de An implica primero un "recogerse": un vaciamiento de la parte superior del cuerpo mientras la energía se hunde y se acumula en la raíz (el Dantian y los pies). Es un acto de profunda auto-posesión e integración. Desde esta estabilidad consolidada, la energía se libera como una ola: primero empujando hacia abajo para "rebotar" en la tierra, y luego expandiéndose hacia afuera y hacia arriba.

Psicológicamente, An es el estado de actuar desde un lugar de profunda estabilidad interna. Es la calma antes de la tormenta, la inhalación antes de la exhalación. Representa la autoridad tranquila que proviene no de la agresión, sino del enraizamiento absoluto en el propio centro. Es la capacidad de reunir todos los recursos internos antes de actuar, asegurando que la acción sea poderosa, estable y completa.

El Círculo Completo

Las cuatro destrezas, vistas como estados psicológicos y sensoriales, forman un ciclo completo de interacción consciente:

* Peng: La adherencia al momento presente; la escucha activa y la conexión con propósito.

* Lu: La sabiduría de la transformación; ceder y adaptarse para crear un beneficio mayor.

* Ji: La expresión del enfoque; la capacidad de unificar la intención en una acción clara.

* An: El poder de la integración; recogerse, enraizarse y actuar desde un centro estable.

Este es el verdadero arte del Taijiquan. Las fuerzas mecánicas que un oponente puede sentir son solo el eco externo de un paisaje interno profundamente cultivado, donde la mente ya no está separada del cuerpo, y la percepción ya no está separada de la acción.

Tomado de la web