lunes, 29 de febrero de 2016

La cualidad del movimiento

La cualidad del movimiento de una persona se estudia desde dos puntos de vista: la espontaneidad y el control.
La espontaneidad es una función de autoexpresión.
Cuanto más vivo, más espontáneos son los movimientos de una persona.
El cuerpo se expresa de modo natural, cambia constantemente para reflejar los sentimientos interiores.
En este respecto es como una llama que nunca es la misma en dos momentos, cualesquiera que sean.
A la vez que el cuerpo es más estructurado que una flama, no es tan rígido como una máquina. Tiene una calidad fluida y responde al juego de las fuerzas interiores.
Normalmente el control representa la sumisión de la espontaneidad por el yo, y es planeada para reproducir una acción más efectiva.
Por medio del control yoico se canaliza y se integra con la motilidad espontánea del cuerpo para lograr una meta deseada.
En un yo saludable el control no disminuye la espontaneidad corporal.
Cuando el control y la espontaneidad están integrados en el movimiento del cuerpo, el resultado es coordinación.
La coordinación refleja el grado de identificación con el cuerpo que tiene el yo, a la vez que comanda los movimientos.
Una persona sana, está bien coordinada en sus movimientos, es espontánea y a la vez tiene control.
La enfermedad emocional se caracteriza por una pérdida de la espontaneidad o por una deficiencia del control yoico, o ambas.
Hablando en términos generales, la persona que sufre de disturbios emocionales se mueve compulsivamente o impulsivamente.
La persona compulsiva es rígida, sus restricciones yoicas son tan severas que sus movimientos toman un patrón mecánico y le falta espontaneidad.
En la persona impulsiva el control yoico está debilitado y los impulsos se rompen hacia fuera de una manera histérica.
La persona impulsiva es hiperactiva, ni puede estar sentado tranquilo ni canalizar su energía hacia acciones conformativas.
Su yo inadecuado constantemente se abruma por sus sentimientos, a la vez que se frustra constantemente porque sus sentimientos están desbordándose sin lograr nada.
La persona compulsiva tiene miedo de soltar su control rígido, la persona impulsiva es incapaz de mantener el control.
En efecto, la persona impulsiva está descargando sus energías desenfrenadamente para evitar los sentimientos en su cuerpo.
Se pone irritable para evitar sentir su rabia; histérico, para evitar sentir tristeza y promiscuo para evitar sus sentimientos sexuales.
Corre antes de tener miedo, grita antes de que le causen dolor y ataca antes de ser amenazado.

Alexander Lowen
Conferencia II "Los movimientos"


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